Desarrollan una aplicación telefónica para mejorar el descanso
Se trata de «Mi Reloj Interno», una herramienta gratuita creada por científicas del CONICET a partir de una investigación iniciada durante la pandemia. La innovación, que realiza recomendaciones personalizadas según edad, género y costumbres horarias, está basada en datos de la población local.
Nicolás Camargo Lescano (Agencia CTyS-UNLaM)- Investigadoras del CONICET y de otras instituciones lanzaron “Mi Reloj Interno”, una aplicación telefónica que permite mejorar el descanso a partir de recomendaciones personalizadas para cada usuario. La innovación es el resultado de un proyecto de investigación sobre cómo se vio afectado el sueño y el descanso durante el confinamiento asociado a la pandemia en la población local.
“La aplicación genera recomendaciones personalizadas según edad, género y costumbres horarias, para tratar de alinear lo mejor posible nuestras actividades, hábitos y descanso. De esta forma, nuestro reloj biológico –un mecanismo que tiene nuestro cuerpo para evaluar y medir las 24 horas del día y que controla nuestros ritmos biológicos circadianos- puede volverse saludable y, de esa manera, evitar posibles enfermedades”, explicó la doctora María Juliana Leone, investigadora del CONICET y líder del equipo de investigación.
La aplicación, totalmente gratuita y por el momento disponible sólo en sistemas Android– próximamente también lo estará para sistema iOS-, realiza preguntas al usuario sobre sus hábitos y costumbres horarias, y brinda recomendaciones para mejorar el funcionamiento de este reloj biológico. Si bien ya existían varios estudios en torno al reloj interno –también llamado circadiano, por ser el ritmo cercano a lo que dura un día, las científicas destacaron que esta aplicación se basa en la primera investigación de este tipo que está basada en datos locales.
“Este tipo de investigaciones suelen venir de países del hemisferio Norte, con culturas más matutinas. En Argentina, en cambio, es muy común juntarse con amigos después de la cena o, incluso, cenar muy tarde. Por las costumbres, en este país hay mucha actividad de noche y eso interfiere, claramente, con nuestro reloj interno”, especificó María Fernanda Ceriani, investigadora del CONICET e integrante del equipo, formado también por las científicas Lía Frenkel (UBA-CONICET) y Paula Cramer (Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación).
La aplicación, además, tiene un sensor de luz, aspecto clave en el funcionamiento del reloj biológico. “Idealmente, es preferible exponerse a mayor cantidad de luz durante la mañana y a menos luz durante la noche. Lo que hace este sensor es medir la intensidad de la luz de los distintos ambientes y, así, poder elegir donde permanecer en distintos momentos del día”, puntualizó Leone, quien también es investigadora de la Universidad Nacional de Quilmes y de la Universidad Torcuato di Tella.
Tiempo para la salud
El reloj biológico, explicaron las investigadoras, es clave para regular todas las funciones, comportamientos y rendimientos cognitivos, ya que muchos factores-hormonas, temperatura, presión sanguínea y actividad del sistema inmune, entre muchos otros- varían de acuerdo al momento del día.
“Si bien hay una región particular del cerebro, encargada de controlar los ritmos biológicos, muchas partes de nuestro cuerpo tienen este mecanismo. Es como si se tratara de una orquesta: hay un director que controla los ritmos circadianos de las distintas partes del organismo, cada uno de esos ritmos tiene un máximo o mínimo en distintos momentos del día y lo importante es mantener una relación adecuada entre los distintos ritmos para que todo el organismo funcione bien”, ilustró Leone.
Cuando cada “instrumento” toca en el momento que quiere o cuando tocan todos a la vez, siguiendo la metáfora de la investigadora, “es cuando el cuerpo empieza a funcionar mal: aparecen trastornos en el sueño, problemas metabólicos y afecciones en el sistema inmunológico”, ejemplificó.
“Se ve mucho en las personas que trabajan en turnos rotativos o nocturnos, donde sus ritmos circadianos no están correctamente alineados entre sí y tiene como origen una alineación incorrecta con el ciclo de luz-oscuridad del ambiente. Porque la luz es el estímulo externo principal que poner en hora al ‘director de la orquesta’”, agregó la investigadora de la UNQ.
En este sentido, y en relación a cómo la alteración de estos ritmos afecta el desempeño, Ceriani alertó sobre el horario escolar para niños y adolescentes. “Por lo general, en la adolescencia la fase de actividad se hace más tardía, escenario que se complejizó con la continua exposición a todo tipo de pantallas. Pedirles a los jóvenes que estén alertas a horas tan tempranas del día es perderse la oportunidad de que mejoren su proceso de aprendizaje”, remarcó.
La investigadora, que tiene como sede de trabajo la Fundación Instituto Leloir, se mostró optimista de cara a los usos que la sociedad pueda hacer de la aplicación. “Esperamos que esta herramienta contribuya a que la población sepa que existe un reloj interno y que se conozca que hay formas concretas de colaborar en el funcionamiento de dicho reloj. Lo cual redunda en un bienestar y en una menor probabilidad de que surjan enfermedades”, agregó.
Un trabajo a partir de varios saberes
Para desarrollar esta aplicación, el equipo, en primer lugar, realizó un cuestionario estandarizado a través de su sitio web https://www.mirelojinterno.org, además de encuestas telefónicas, con lo que se llegó a reunir una muestra de cuatro mil personas. En ese proceso y el análisis posterior de esa información, participaron además otros profesionales, formando un equipo interdisciplinario que incluyó especialistas en diseño gráfico y comunicación en redes, análisis de datos, sociología, demografía y muestreo.
A partir de los resultados, y con la ayuda de expertos en la temática, se generó un algoritmo capaz de asociar hábitos con determinadas características de los ritmos circadianos, para poder, de esa forma, realizar las recomendaciones personalizadas. A lo largo de estas etapas del proyecto colaboraron los especialistas Ariel Haimovici, Elisa Epstein, Diana Munilla, Ignacio Oroná y Milagros Wienert.
El proyecto, además, fue uno de los seleccionados dentro de la convocatoria financiada por la Unidad Coronavirus, integrada por la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i) el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación y el CONICET.
“Es fundamental el desarrollo de políticas públicas basadas en evidencia y, en esto, la ciencia tiene mucho que aportar. En este caso, se generó un equipo interdisciplinario especialmente para este proyecto y se pudo derivar en algo tangible y concreto. Es interesante destacar que esta aplicación, si bien surgió en contexto de pandemia, aporta y aportará muchísimo más allá porque tiene como objetivo coordinar nuestros hábitos con nuestros ritmos internos”, valoró Leone.
Ceriani, por su parte, destacó no sólo el financiamiento sino la iniciativa de la comunidad científica “Es clave que el Estado apoye financiera y políticamente las investigaciones, y que ese apoyo sea sostenido en el tiempo. Pero también fue importante la respuesta de muchos investigadores, que reconvirtieron sus líneas de trabajo para brindar posibles soluciones ante un problema tan complejo como esta pandemia”, concluyó.
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