¿El fin del capitalismo?
Opinión / Carlos Verucchi / En Línea Noticias ([email protected])
La Revolución Industrial inició una etapa de cambios profundos en la economía y en la organización social de occidente. El absolutismo, basado en la obediencia a Dios y a sus representantes en la tierra (los nobles) fue reemplazado por nuevas formas de organización económica que desembocaron en el capitalismo y el socialismo.
Este último pretendía fundar sus cimientos en la solidaridad, en el compromiso colectivo con una ideología orientada hacia la igualdad, en el desapego a los bienes personales y en el esfuerzo permanente.
El capitalismo, por su parte, se fundó sobre los valores de la superación personal, en la búsqueda permanente del beneficio económico individual, en la acumulación de riquezas. Tanto más próspera sería una nación en la medida en que sus habitantes fueran más ambiciosos. Obviamente fue éste el sistema que prevaleció y se impuso como modelo económico prácticamente universal.
Tuvo, sin embargo, muchas crisis a lo largo de la historia que lo llevaron al borde de la extinción. La gran depresión de 1873 fue la primera, vinieron después la de 1929, la de 1970 y la más reciente del 2008. El sistema logró superar todas esas crisis con más producción y gracias al incesante crecimiento económico.
Desde hace unos años, una nueva crisis comenzó a asomar y a volverse cada vez más acuciante, esta crisis se manifiesta a través del calentamiento global y de la extinción paulatina de las fuentes de energía convencionales. A diferencia de los casos anteriores, esta crisis no sólo no puede ser superada a través del crecimiento económico sino que tiene en él, justamente, su razón de ser.
Es que el capitalismo se sostiene a través de un permanente crecimiento. Todo el sistema financiero mundial se basa en la certeza de que la economía global mantendrá un crecimiento medio sostenido. Los bancos le prestan dinero a una empresa para que amplíe su producción o para que ofrezca nuevos productos.
Para devolver el préstamo con sus correspondientes intereses la empresa debe vender más productos y para ello resulta imprescindible el crecimiento económico del país en el que tiene a sus potenciales clientes. Si el PBI dejara de crecer, la rueda se detendría y se produciría un colapso irreversible.
El mecanismo funcionó de esta manera, con ciertos altibajos, durante mucho tiempo. Sin embargo, encontró recientemente un nuevo obstáculo totalmente impredecible a comienzos de la Revolución Industrial: el planeta alcanzó el límite de sus posibilidades en relación a la generación de energía (al menos en sus formas convencionales), en relación a la capacidad de cultivo y en lo que respecta a los límites de daño ambiental que es capaz de soportar. El crecimiento económico, tal como se conoce hasta el momento, no solo no solucionaría el problema sino que lo agravaría.
Los ambientalistas aspiran a un nuevo modelo de crecimiento económico que no dañe al planeta y que sea sostenible a lo largo del tiempo. El desafío no es nada sencillo, si ha resultado extremadamente difícil asegurar el crecimiento económico haciendo uso indiscriminado de los recursos naturales, la posibilidad de continuar con ese crecimiento respetando pautas ecológicas imprescindibles, si no imposible, resulta al menos sumamente difícil.
El fascismo no pudo con el capitalismo, tampoco el comunismo ni las distintas recesiones que le tocó atravesar. ¿El capitalismo se muerde la cola y se autodestruye? Si no hay un cambio inmediato parecería que la respuesta es afirmativa. Último aviso.
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