Internet “pesado”: qué actividades consumen más ancho de banda (y por qué también suelen gastar más energía)

Cuando pensamos en el “consumo de internet”, casi siempre nos referimos solo a los gigas disponibles. En realidad, detrás de cada minuto en línea existe una cadena compleja de infraestructuras —red fija o móvil, Wi-Fi, antenas, centros de datos, servidores de distribución de contenidos— que trabaja de forma continua para transportar y procesar información. Cuantos más datos circulan, mayor es la energía necesaria para moverlos y gestionarlos, aunque en los últimos años la eficiencia tecnológica haya mejorado notablemente.
Según estimaciones recientes de organismos internacionales del sector energético, las redes de transmisión de datos ya representan una parte relevante del consumo eléctrico mundial, y las redes móviles pesan de forma significativa dentro de ese total. Por eso, algunas actividades online no solo “consumen internet”, sino que también tienen un impacto energético mayor a lo que solemos imaginar.
A continuación, analizamos las actividades digitales que, en la práctica, requieren más ancho de banda y que suelen estar asociadas a un mayor consumo de energía a lo largo de toda la cadena digital.
Streaming de vídeo en alta calidad
El streaming de vídeo es, con diferencia, una de las actividades más exigentes para la red. El motivo es sencillo: se trata de un flujo continuo de datos, a menudo durante horas. Cuanto mayor es la calidad del vídeo —HD, Full HD, 4K, HDR o incluso 8K— mayor es la cantidad de información que debe transmitirse de forma constante.
Desde el punto de vista energético, el impacto depende de muchos factores: tipo de red, dispositivo utilizado, eficiencia de los centros de datos y mezcla energética del país. Estudios recientes han aclarado que algunas cifras populares sobre el impacto ambiental del streaming eran exageradas, pero confirman que sigue siendo una de las principales fuentes de tráfico de internet a nivel global.
Por qué consume tanto: gran volumen de datos durante largos periodos, a menudo en varios dispositivos al mismo tiempo dentro de un mismo hogar.
Transmisiones en directo y vídeos en tiempo real
Las retransmisiones en directo —eventos, directos en redes sociales, emisiones de videojuegos o contenidos interactivos— combinan dos elementos especialmente exigentes: el flujo continuo de vídeo y la necesidad de baja latencia. La red debe distribuir el contenido casi en tiempo real a miles o millones de personas de manera simultánea.
Para lograrlo, se utilizan infraestructuras específicas como las redes de distribución de contenidos (CDN), que aumentan la eficiencia, pero también implican un mayor uso de recursos técnicos y energéticos en los momentos de máxima audiencia.
Videollamadas y videoconferencias en alta definición
Las reuniones online y las videollamadas no siempre parecen “pesadas”, pero pueden volverse muy exigentes cuando se dan ciertas condiciones: vídeo en alta definición, muchos participantes con la cámara activada, uso intensivo de la compartición de pantalla o grabación de la sesión en la nube.
Además, este tipo de actividad no solo requiere datos, sino también una conexión estable y con baja latencia. Incluso con un consumo moderado de gigas, la infraestructura debe trabajar de forma constante para evitar cortes o retrasos.
Juegos online y experiencias interactivas en tiempo real
El consumo de datos en los juegos online varía mucho según el tipo de título. Algunos utilizan relativamente poco ancho de banda, pero exigen una conexión muy estable y con baja latencia, especialmente en entornos competitivos.
El cloud gaming, en cambio, se parece mucho al streaming de vídeo: el juego se ejecuta en servidores remotos y el usuario recibe un flujo de imágenes en tiempo real. Esto puede traducirse en un consumo elevado de datos y en una mayor carga para los centros de datos.
Dentro de este ámbito también se encuentran plataformas de entretenimiento digital con interacciones rápidas y constantes actualizaciones de información. Desde un punto de vista técnico, entornos como casino777.es requieren una red fiable y reactiva para garantizar la continuidad del servicio, aunque el volumen total de datos transferidos puede variar según el tipo de contenidos multimedia y la duración de la sesión.
Descarga y subida de archivos de gran tamaño
Copias de seguridad en la nube, sincronización de bibliotecas de fotos y vídeos, envío de material audiovisual en alta calidad o proyectos profesionales pesados pueden saturar fácilmente una conexión, sobre todo en subida, que suele ser más limitada que la descarga.
El impacto energético no se limita al tráfico de datos: también entra en juego el procesamiento en los servidores, la replicación de información, los sistemas de seguridad y la gestión de cuentas. Por este motivo, los centros de datos se han convertido en un punto clave del debate sobre consumo energético digital.
Servicios basados en inteligencia artificial en la nube
Muchas herramientas de inteligencia artificial que usamos a diario funcionan en servidores remotos. En estos casos, el intercambio de datos puede ser relativamente pequeño, pero el coste energético del cálculo es elevado, especialmente cuando se trata de modelos complejos o de tareas como generación de imágenes, análisis de texto o transcripción de audio.
Diversos informes recientes señalan que el crecimiento del uso de la IA podría incrementar de forma significativa la demanda eléctrica de los centros de datos en los próximos años.
Realidad virtual, realidad aumentada y entornos inmersivos
Las tecnologías de realidad virtual y aumentada requieren flujos de datos intensivos: gráficos en 3D, altas tasas de refresco, audio espacial y latencia mínima. Aunque todavía no están tan extendidas como el streaming de vídeo, su adopción a gran escala podría aumentar notablemente el tráfico de internet y el consumo energético asociado.
Algunos estudios advierten de la importancia de evaluar cuidadosamente estos nuevos usos para evitar subestimar su impacto real.
Un aspecto clave: red móvil frente a Wi-Fi
A igualdad de uso, conectarse mediante red móvil suele implicar un mayor consumo energético por gigabyte transmitido que hacerlo a través de Wi-Fi o red fija. La transmisión por radio, la cobertura y la gestión de la movilidad hacen que las redes móviles sean más costosas desde el punto de vista energético, aunque la tecnología esté mejorando rápidamente.