Pasados de moda
Libros digitales vs. libros en papel.
Libros / Carlos Verucchi / En Línea Noticias ([email protected])
Cuando aparecieron, muchos aventuraban el final de los libros en papel. Sus ventajas eran innegables, capacidad para almacenar miles de libros, tamaño de letra ajustable, posibilidad de seguir leyendo en ambientes sin luz natural ni artificial. Sin embargo, el surgimiento de los ebooks no fue más que una moda que demoró más en imponerse que en esfumarse como por arte de magia.
Si bien hay lectores que adoptaron posiblemente de manera definitiva el libro digital como soporte para sus lecturas, la inmensa mayoría de los que empezamos a leer en papel, volvimos, después de una experiencia que ahora vemos como un sacrilegio, al viejo libro de páginas amarillas cuya presencia en nuestra biblioteca había empezado a avergonzarnos.
Ahora, después de haber rozado, incluso, la blasfemia, la seducción de los viejos libros de papel se nos presenta con todo su encanto y hasta su costado fetichista: su olor, la textura de la página, la posibilidad de ojear lo que viene, de anotar en los márgenes o subrayar pasajes que nos sorprenderán de nosotros mismos años después, cuando volvamos a encontrarnos por casualidad con aquella página olvidada para que nos recuerde quiénes fuimos o qué nos llamaba la atención o nos preocupaba en otros momentos de nuestra vida.
¿Cuántos libros hemos perdido en un disco rígido o una memoria digital? ¿Cómo recuperar ese libro bajado de Internet desde un sitio cuya contraseña no recordamos? ¿Cómo volver a encender aquel ebook cuya batería está completamente agotada para rescatar aquella novela con la que nos emocionamos? Imposible.
Cuenta Humberto Eco en uno de sus ensayos que, en los años 80, cuando aparecieron las primeras computadoras personales, hizo digitalizar su tesis de postgrado y la almacenó en varios disquetes. Entonces se sintió seguro, sus textos estaban definitivamente a salvo, ya no tendría que preocuparse por acarrear pesados volúmenes de papel oloroso. Tiempo después un alumno suyo le pidió la tesis de postgrado. Eco, sin poder disimular su satisfacción sacó del cajón de su escritorio un disquete de cinco pulgadas y cuarto y lo presentó frente a los ojos azorados de su estudiante: es que nunca había visto un dispositivo como ese. Al cabo de unos minutos regresó para pedirle el material en papel y poder fotocopiarlo. La humanidad conserva libros en papel impresos hace más de mil años, la modernidad nos ofrece soportes efímeros, incorpóreos, volátiles, vamos… los documentos importantes se siguen imprimiendo en papel.
Volver al libro de papel es como el volver a la casita de mis viejos que poetiza el tango, significa dejarnos de bobadas y recuperar el encanto que ofrecen los pesados volúmenes de tapas duras. Incomparables, inimitables e imprescindibles si llevan la dedicatoria del autor en la primera página, una mancha de mate o un párrafo que subrayamos quién sabe por qué.
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