Señora del Buen Camino

Colaboración y reseña de Alicia Holgado, consagrada a la Virgen, Santa Lucía
La vida es un viaje de camino en camino. Comenzamos a vivirla en plenitud el día que la asumimos como un don que Dios nos regala para ponerlo a disposición de los demás. Y para ello necesitamos una guía. Nuestra Señora del Buen Camino nos sale al encuentro en la vida y se hace peregrina para construir nuestra historia: camina conmigo, camina con todos…
Nuestra Señora del Buen Camino es una antigua imagen de María que se encuentra en Roma, en la Iglesia Madre de la Compañía de Jesús (los jesuitas), Orden a la que pertenece nuestro Papa Francisco. Esta imagen fue vista por primera vez por San Ignacio de Loyola y su devoción se extendió a la Compañía que él fundara. Los jesuitas, de tan prolífica tarea evangelizadora en nuestro territorio, recorrieron los más remotos caminos con su Patrona como guía, también Patrona de las Madres solteras.
“Señora del Camino / en mi oración te pido/ que no me dejes nunca, / me siento como un niño/. Señora del Camino, / muéstrame la vía /para llegar al Padre/ al lado de tu Hijo. / Haceme transparente/ como lo fue tu vientre/ para dar a luz Vida. / ¡Llevame con tu Hijo /Señora del Camino!”. (Jesuita Guillermo Sarasa).
Este es un gran día para implorar juntos a la Virgen del Buen Camino que alumbre la senda de quienes buscamos a Jesús, que señale el camino correcto a nuestra Patria, que proteja a las madres solteras y a todos los que sufren y que lleve lejos de la humanidad esta pandemia que tanto dolor ha traído.
Imaginemos al Santo Padre, en sus manos el Rosario, rezando esta oración: “Oh, Madre Virgen del Buen Camino, gloriosa patrona de la Compañía de Jesús, esperanza nuestra, abogada nuestra, acógeme bajo tu protección, guíame y condúceme por el Buen camino, para que mis enemigos no me persigan ni con calumnias ni con enredos. Que aunque tengan ojos no me vean, que aunque tengan manos no me toquen, que aunque tengan pies no me alcancen, y si pensamientos tienen no me piensen. Oh poderosa Virgen del Buen Camino, poderosa intercesión del pecador ante Dios Padre Eterno, invoco tu ayuda para que con el Espíritu Santo me iluminen en el peregrinar de mi vida. Imploro tu socorro, cúbreme con tu manto de gracia para que por medio de ti se me sean concedidos los siete dones de tu amado esposo el Espíritu Santo. Cúbrenos como cubriste a Ignacio con tu gracia y con el esplendor de tu magnificencia. Amén”.
Es así de simple y de grande. Ella hace el viaje con nosotros sus hijos, acompañándonos como Señora del Buen Camino, como Madre de Jesús, Camino, Verdad y Vida para que en el encuentro con Él: “… descubramos nuevas oportunidades para cultivar la mirada del corazón, que se conmueve ante el dolor y la tristeza, que se deja mirar por los ojos misericordiosos de María, y se fija en las actitudes y mensajes que suscitan esperanza, expectativas de futuro, confianza, porque Ella , que sigue de cerca a Jesús en su camino hacia la cruz , nos sigue acompañando en nuestro dolor y en nuestra esperanza” (Papa Francisco).
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