Líderes e influencers en la era digital
Escribe Lic. Marcela Blaufuks

Mis ideas me conectan con la mayoría de las personas con quienes he interactuado recientemente. Charlas, algún debate, la encuesta a través de las redes sociales. Las opiniones me llevan hacia la bifurcación. No lo había pensado así. Tradicionalmente los líderes se asocian con las ideas y valores. Con un propósito mayor, una visión a largo plazo, la estrategia es la influencia que inspira, transforma y produce cambios duraderos. Vocaciones, trayectoria, expertís. En la otra esquina los influencers y las tendencias, lo que capta la atención, el carisma, haciendo foco en el presente conectan rápida y efectivamente con sus seguidores, se adaptan y producen tendencias. En una sociedad cada vez más digitalizada, datos del Observatorio de Medios, en 2023 Internet lograba una penetración del 87% en la población argentina. Los influencers han emergido en plataformas como Instagram, You Tube y Tik ToK. Poseen la capacidad de ejercer influencia sobre sus seguidores revolucionando el marketing a la vez que calan en distintos ámbitos como el económico, social, político, cultural.
Sin duda, las redes sociales transformaron la comunicación y su dinamismo rompe con el largo plazo y la intermediación. Hablo desde la concepción de una sociedad globalizada a la vez fragmentada, marcada por la inmediatez, una generación de usuarios caracterizados por su alta exposición a las tecnologías digitales donde la web 2. 0 los empodera permitiendo contribuir y compartir experiencias, opiniones y conocimientos (Padilla Molina,2022). Pero en este escenario ¿Quiénes son las figuras que los inspiran? ¿Qué valores inculcan? Pongo mi atención en los jóvenes de entre 12 y 17 años. El celular es una extensión de su mano. A sus padres se los nota escépticos. La saturación de información provoca confusión y hasta hartazgo. Un universo de jóvenes marcando tendencias en las redes. Desconocidos que transforman la manera de relacionarse, jugar, aprender. Vemos a nuestros hijos desconfiando de las fuentes tradicionales buscando la transparencia y autenticidad de anónimos con peso significativo. Así llegamos a la bifurcación. En la era digital el concepto de influencers ha evolucionado de manera significativa convirtiéndose en un fenómeno central de la comunicación. Los influencers, que emergieron como líderes de opinión en las plataformas digitales, tienen el poder de moldear actitudes y comportamientos a través de su relación con los seguidores. La enorme capacidad de influir sobre las decisiones nos lleva a reconocer la importancia de comprender este fenómeno y su impacto en cualquier ámbito. Y esa capacidad es la constante actualización de conocimiento para generar contenidos relevantes y valiosos para sus audiencias. Y no terminan en mensajes o productos, se convierten en símbolos aspiracionales que transmiten un estilo de vida, un modelo a seguir, a la vez que transforman las prácticas sociales. Ya lo advertía Foucault (1996) en La verdad y las formas jurídicas, las prácticas sociales pueden llegar a engendrar dominios de saber que no sólo hacen que aparezcan nuevos objetos, conceptos y técnicas, sino hacen nacer formas totalmente nuevas de sujetos y sujetos de conocimiento. No sólo nosotros nos transformamos, sino que las plataformas van modificándose y en esta interacción toma forma la cibercultura. Busco definirla para comprender el fenómeno. Levy (2007) la describe como el conjunto de técnicas, prácticas, actitudes, modos de pensamiento y valores que se desarrollan conjuntamente en el crecimiento del ciberespacio. Y aquí el punto, entender los sistemas culturales que acompañan a las tecnologías digitales es esencial para entender el fenómeno de los influencers. Aquí nace el encuentro, en un espacio virtual donde se rompe la distancia geográfica, se intercambian intereses, relaciones, forman comunidad, pertenencia.
Vuelvo a los jóvenes. Expresan que se encuentran movilizados por el contenido de los influencers, accediendo a ellos por el buscador o por recomendaciones de amigos y en menor proporción por otra red social. Expresan seguir consejos y se sienten inspirados con sus estilos o productos. Esta identificación hace posible abrir conexiones con otros jóvenes ampliando su comunidad. Las subjetividades juveniles se trazan así, en la intersección del texto escrito, la imagen, los reels y sus propias prácticas cotidianas en un intercambio afín. El efecto es letal. Los que somos hijos del siglo XX admiramos el misterio de los grandes líderes, nuestros hijos abrazan la cercanía. Y aunque no en todos los casos, la mayoría manifiesta perseguir lo que ellos muestran en sus perfiles. Aquí nuevamente la bifurcación, dos miradas antagónicas, generacionales, percepciones de un tiempo y un espacio disperso. Me alejo de la idea de fragmentar, dejo a un costado frases como de influencers y otras especies e intento buscar puntos de contacto, preguntarme. Y descubro un camino posible, innovar los procesos educativos, habilitar el diálogo, abandonar la lejanía que propone muchas veces la autoridad y sentarme en la ronda, compartir la experiencia, escuchar sus necesidades, entender sus tiempos, intereses, abrir caminos, acompañar. En la era de los datos, las plataformas usan y abusan de ellos para construir cercanía. Pero nosotros, los adultos de hoy ¿conocemos a nuestros jóvenes? Materia pendiente para quienes ocupamos este lugar en la sociedad. El caso es que aprendamos juntos. Nuestros jóvenes patean el tablero. Muestran un nuevo mapa y desafían la jerarquía acusada de elitista y excluyente que proviene de un marco de validación reconocible. Las redes sociales abren voces y ellos…los influencers son los nuevos intermediarios culturales. Afinemos la mirada, el viejo poder no se disolvió, cambió de manos y de rostros. No opera con las viejas reglas del capital cultural y académico sino con la nueva acción en la era de la atención.
Me alejo de contradecir y me acerco cuidadosamente. Ahí están, en sus pantallas, desarrollando relaciones con una ilusión de intimidad. Los influencers son parte de sus vidas a la vez uno más de nosotros y en esta supuesta horizontalidad, la confianza e inspiración en la tiranía de la viralidad. En un ecosistema complejo el lugar de los líderes es menos compartible que una reacción emocional instantánea. Dejemos a los influencers los hot takes. El liderazgo exige reflexión y ese es el espacio que debemos crear a la vez que vayamos rompiendo el espejismo de los que hoy se consideran soberanos en este reino.