Conmovedora historia: Después de 38 años se reencontró con sus hermanos en Olavarría

Fue dada en adopción a los 9 años luego de sufrir violencia de sus progenitores. La muerte de sus padres adoptivos significó el inicio de la búsqueda y el reencuentro. En Olavarría, además de sus hermanos, pudo conocer sobrinos, tíos y primos.


“Fue un abrazo enorme, los abracé a los dos juntos. Fuimos a almorzar al departamento de mi hermano, comimos unas empanadas que fueron las más ricas de mi vida. Estábamos sentados por primera vez en la vida los tres hermanos compartiendo algo tan sagrado como un almuerzo, esa imagen no me la saco más de la cabeza. A cada rato les decía que no lo podía creer, que era un sueño, mientras se me escapaban varias lágrimas. Nos reímos, nos miramos. Somos iguales físicamente, es una hermosa locura”, relató Karina Andrea Gismondi de 47 años y la protagonista de esta historia tras encontrar a sus hermanos luego de 38 años de búsqueda.

Al Diario La Nación Karina le cuenta que su estadía en nuestra ciudad duró una semana. Además de sus hermanos conoció a dos primas, dos tíos y once sobrinos. “No me alcanzó el tiempo para conocer a toda la familia, pero el objetivo estaba cumplido”, relata Karina.

La vida con momentos de tristeza y una adopción inesperada

Los primeros años, cuenta, vivió con su progenitora y más adelante con su progenitor. Pero ella no era única hija y aunque no tiene ningún recuerdo de aquellos primeros años de vida tenía dos hermanos: Daniel (que vivía con unos tíos) y Beatriz (estaba en la casa de los abuelos).

Siendo víctima de golpizas y destrato de su progenitor, una noche Karina se escapó de la casa y se dirigió a un almacén a pedir ayuda. Según cuenta, la señora de ese almacén la llevó a la comisaria a hacer la denuncia y cuando solicitaron la presencia de un pediatra forense para que constatara los golpes, al ser tan tarde no pudieron dar con ninguno. Entonces, la mandaron a buscar a su progenitor que la fue a buscar en bicicleta y la llevó de nuevo a la casa.

“Al día siguiente fui a la escuela y a la mitad de la jornada se acercó personal de la Justicia a buscarme, pero faltaba una firma y no pudieron llevarme ese día. Entonces, las maestras me dieron caramelos y me dijeron que no dijera nada en casa”, cuenta Karina quien además que al día siguiente la policía regresó a la escuela y fue llevada a un colegio de monjas de la ciudad de Azul. “Les preguntaron a mis progenitores si firmaban los papeles para que sea dada en adopción y, obviamente, ambos firmaron”, contó.

Esa adopción permitió luego llegar a la casa donde vivían Raúl Gismondi y Julia Campio, dos personas con un corazón enorme que hicieron todo lo posible para reconstruir la resquebrajada vida que llevaba. “Al principio fue duro para ambos, pero con amor y respeto todo se cura. A casa de mamá y papá llegué un 20 de diciembre de 1983 y es el día de hoy que esa fecha la festejo porque es un nacimiento como familia. Era muy cuidada, muy protegida, me daban todo lo que estaba a su alcance. Otra persona importante en mi vida fue Paula, mi abuela materna”.

“Hicieron todo lo que pudieron y de la mejor manera. Sé que no fue fácil educar a una nena de nueve años que no sabía leer ni escribir, no sabía lo que era un mimo, un abrazo, una comida calentita. Todo eso me lo dieron mis papás Julia y Raúl que ahora están en el cielo”, agrega Karina ya luego de haberse reencontrado con sus hermanos y más familiares acá en Olavarría.

¿Y el reencuentro con los hermanos?

Hasta que el 15 de noviembre del año 2020 falleció su mamá y en medio de los trámites le solicitaron una documentación, pero como su partida de nacimiento era vieja le pidieron que hiciera una nueva por Internet. Ese acontecimiento, dice, fue el clic que necesitaba para, definitivamente, encarar la búsqueda para poder encontrar a Daniel y a Beatriz. Entonces, realizó una presentación personal diciendo quién era, quiénes habían sido sus progenitores y contó que había sido dada en adopción a los nueve años. Y esa nota se la envió a un montón de gente que encontraba con el apellido Gisler.

En eso veo una publicación que había hecho mi hermano donde decía que me estaba buscando. Y había dejado su número de celular. Y ahí le mandé un mensaje por el Messenger de Facebook, pero él no me respondía hasta que un día a las 4 vi un mensaje que me decía que era su hermana. Hablamos por teléfono y después hicimos una video-llamada y nos vimos después de 38 años a través de una cámara”, cuenta.

El reencuentro finalmente fue en octubre pasado, más precisamente el 19 cuando llegó a nuestra ciudad acompañada de su pareja.

“Sueño con que éste vínculo que tengo con mis hermanos nada ni nadie me lo corte. Ahora somos adultos y nada nos va a separar por más que cada uno tenga su familia”, cierra.

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