Consejos para presentar un libro
Libros / Carlos Verucchi / En Línea Noticias (Twitter: @carlos_verucchi)
Siempre atraídos por la posibilidad de promover toda iniciativa literaria, desde esta columna dominical ofrecemos hoy una serie de consejos para aquellos escritores que deseen presentar un libro. Estos consejos, que fueron esbozados originalmente por Isidoro Blaisten, son aquí readecuados a las circunstancias actuales y a las características propias de nuestra ciudad:
1.- En primer lugar debe tenerse en cuenta que siempre es conveniente presentar un libro de autoría propia. Dicho de otro modo, antes de presentar un libro es aconsejable previamente haberlo escrito. Si algún ansioso quisiera saltearse ese paso y presentar, por ejemplo, “Los hermanos Karamazov”, despertaría seguramente serias sospechas entre los invitados y podría caer en el descrédito.
2.- La vestimenta del autor debe ser más bien formal aunque no excesivamente. Admite ligeras variantes en virtud del género al que corresponda el texto a presentar. Si fuera un poeta conviene que la camisa esté fuera del pantalón y el pelo ligeramente desarreglado (si fuera calvo podría suplir lo del pelo con una pequeña mancha de mostaza en la camisa). Un novelista llevaría un jean gastado (no en exceso), un saco sport y zapatillas negras con rayas blancas en estado de conservación impecable. Si el libro a presentar se llamara “Matemáticas avanzadas para ingeniería electromecánica” convienen el saco y la corbata y mocasines del mismo color que el cinto.
3.- Es imprescindible identificar a algún tío o primo que pueda manejarse con soltura y simpatía en el arte de ofrecer copitas de vino al final del evento. Debe tenerse en cuenta que muchos asistentes habrán concurrido sólo por este detalle de buen gusto. Para que nadie se sienta incómodo o inhibido de aceptar, es aconsejable que el ofrecimiento vaya acompañado con un ligero guiño de ojo o una elevación repentina y breve de las cejas, a veces ayuda un comentario oportuno del estilo: “tómese un tinto, jefe”. La intensidad y el carácter persuasivo de estos comentarios deben intensificarse si la presentación se realizara a las diez de la mañana. Respecto a la cantidad, digamos que con una damajuana alcanza. Si fuera un libro de Eduardo Sacheri, por las dudas se aconseja llevar dos.
4.- Lo único que no puede faltar en la presentación de un libro es el presentador. No es nada sencillo encontrar a la persona adecuada para ello. Algunos tips para definir su perfil son: que tenga habilidad para la verba pero nunca más que el autor, que haya leído la contratapa del libro que se presenta (idealmente también la solapa), que no se exceda en elogios hacia el autor y su obra para que no quede al descubierto que es uno de los que fue por el vino.
5.- La música suele predisponer positivamente a espíritus sensibles, los hace más receptivos a toda manifestación artística que ande por ahí revoloteando. No sería para nada desacertado invitar a algunos músicos para que antes o después de la presentación amenizaran con algunos temas (si la calidad del libro a presentar es demasiado modesta, no se descarta que los músicos toquen, ya no antes o después, sino durante la presentación). Respecto al estilo musical, preferir siempre música suave y con letras adecuadas a un evento cultural. Descartaríamos por ejemplo temas de Riff o de Rata Blanca o canciones de Palito Ortega o Pocho la Pantera o, incluso, del más actual pero de todos modos rudimentariamente elegante L-gante. La intervención musical debe ser más bien breve. No está de más pedirles a los intérpretes que elijan dos temas bien pulentas, uno para iniciar y otro para finalizar el show. Y que este último sea también el segundo de la lista.
6.- Las tres o cuatro tías con tapado de piel que se sentaron en la primera fila deberán ser, indefectiblemente, y con evidentes muestras de haber sido embargadas por una fuerte emoción, las primeras en comprar un libro cada una y pedir una especial dedicatoria.
7.- A propósito de esto, el autor deberá haber memorizado previamente no menos de diez o doce dedicatorias al estilo de: “con gran afecto para…”, “con sentida gratitud…, “para el tan apreciado…” o, por las dudas de que alguna señorita atractiva hubiera participado del evento y comprado el libro (aún si una o ambas circunstancias hubieran sido a raíz de un malentendido): “con la secreta esperanza de que estas páginas merezcan el refinamiento de su pulcro y sensible espíritu…”. Esto último no sería necesario en el caso del libro de Matemáticas para ingeniería o de un tratado de Termodinámica, incluso podría ser en tal caso contraproducente. Si se tratara de una autora y el solicitante de la dedicatoria fuera un joven apuesto, bastaría con un “con afecto, fulana de tal”, ya que lo más probable es que se trate de un baboso al que la poesía le interesa menos que la nómina de emperadores chinos del siglo III antes de Cristo.
Y bien, con estos sabios consejos y con la saludable costumbre de reírnos de nosotros mismos, nos despedimos hasta el próximo domingo o hasta el próximo evento cultural al que nos inviten, ya sea como autores, presentadores o como el tío decrépito encargado de ofrecer vino.
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