Las “TUVI”, el fin de la tregua, Berni y el juego de las escondidas
Escribe: Sergio Di Pino
Fin de la “tregua”. Los principales actores de la política local dejaron de lado el acuerdo implícito de “no agresión” con el que, durante varios meses, evitaron confrontar a raíz de la grave situación epidemiológica – tema casi excluyente de la agenda pública-, pese que siempre existieron marcadas diferencias sobre los modos en los que debía gestionarse la pandemia.
El conflicto latente entre el municipio y una oposición que controla las dependencias provinciales en la localidad, se hizo manifiesto en un momento de alivio sanitario y social, producto de las aperturas logradas a partir de una baja en los contagios y la disminución en la ocupación hospitalaria.
Ese escenario de relativa tranquilidad, habilitó otros debates políticos que habían quedado mitigados por la coyuntura y mostró la inminente llegada de las habituales disputas previas a las elecciones. La polémica generada con el plan de viviendas “TUVI” significó el comienzo de la campaña electoral en Olavarría.
La primera señal de ese cortocircuito se había generado, unas semanas antes, con el debate acerca de la construcción de la “Casa de la Provincia” – un edificio en el que estarán alojadas todas las dependencias del estado bonaerense que funcionan en la ciudad- y que demandará a la gestión de Axel Kicillof una inversión de $193 millones.
Juntos por el Cambio detectó en el anuncio un posible “foco de indignación” social y buscó instalar la idea de una sede creada para reagrupar a la militancia kirchnerista, en contrapartida con “las obras que necesitan los olavarrienses”. El planteo, derivó en una serie de cruces con dirigentes del Frente de Todos, quienes defendieron el proyecto impulsado por la Provincia para descentralizar el Estado y ahorrar dinero público en alquileres.
Pero la escalada de conflicto político se acrecentó, en la última semana, tras el lanzamiento del plan de viviendas «TUVI”, con el que el municipio proyecta la construcción de 40 hogares – a lo largo de dos etapas- en el barrio Pickelado. El Frente de Todos le devolvió el golpe al gobierno de Ezequiel Galli, con una sincronizada estrategia en redes sociales. Las críticas de los principales dirigentes del espacio político opositor, se acoplaron con las quejas de muchos olavarrienses imposibilitados de participar de la licitación, ante las exigentes condiciones para acceder a la inscripción.
Entre algunos de esos requerimientos, los postulantes necesitan contar con ingresos familiares por más de $100 mil y disponer de al menos 1 millón de pesos para ingresar a la licitación. Esa base económica, los habilitaba a formar parte de la compulsa en la que se elegirán las mejores ofertas. Los veinte seleccionados, a su vez, deberán pagar una cuota de $33 mil, a partir del momento de la entrega la vivienda, con una financiación de hasta en 120 meses ajustable, de forma cuatrimestral, en base al Coeficiente de Variación Salarial.
Los requisitos despertaron numerosos cuestionamientos y el programa fue tildado de “elitista”. El Frente de Todos habló de una “presentación cargada de marketing” y definió al programa habitacional del Municipio como una idea destinada a “un grupo sumamente reducido” de personas. El mensaje que circuló en los posteos de sus dirigentes fue sintetizado con la siguiente leyenda: “6 años de gobierno, 20 casas y las paga la gente”.
La estrategia opositora se completó con la difusión de un cuadro comparativo en el que expusieron costos y requisitos de programas de viviendas impulsados en distritos como Tapalqué, Pehuajó o Mercedes, que resultaban mucho más accesibles para sectores medios y con una conferencia de prensa, brindada por el titular local del Anses, Maximiliano Wesner, en la que se informó la adjudicación créditos Procrear de la línea “Lotes con servicios”.
El Municipio sintió el cimbronazo de las críticas y salió, como pudo, a defender las “bondades” de su programa. Fundamentó que el proyecto está dirigido a familias que están “imposibilitadas de acceder a un crédito hipotecario” y argumentó que la base para licitar es mucho menor a lo que exigen las entidades bancarias. Además, remarcó la ventaja de comenzar a abonar la cuota, recién al momento de la entrega de la vivienda, lo que evitará el pago simultáneo de un alquiler. Además, celebró la cantidad inicial de familias anotadas en la primera semana.
Pero algunas declaraciones de Ezequiel Galli echaron más leña al fuego y avivaron más polémica: “Con lo que se ha devaluado el peso, hoy un auto vale cerca de un millón de pesos. Acá lo que se plantea es un modelo de país en donde el Estado te regale todo y nosotros planteamos que con tu esfuerzo puedas acceder a tu vivienda y ganarte lo tuyo” sostuvo, durante una entrevista con el programa de Georgina Müller por FM 107.
En este punto, es conveniente situar el anuncio realizado por el Municipio en el contexto del déficit habitacional que afecta a Olavarría. Sólo con mencionar un dato oficial, dado a conocer en junio, se puede evaluar la dimensión del problema y el ínfimo impacto que tendrá el programa “TUVI” para remediar la problemática: en el Registro de Demanda Habitacional del Municipio hay más de 2600 anotados (la necesidad es mucho mayor si se considera a la gran cantidad de familias que ni siquiera están inscriptas).
¿Por qué dentro de ese universo de potenciales beneficiarios se apuntó sólo al sector con mayores ingresos y posibilidades de conseguir un crédito? La respuesta, más allá de la explicación técnica y económica, también tiene un componente ideológico: es un plan para un sector de la sociedad “que puede pagarlo”, como reconoció el propio Intendente.
Esta diferenciación, entre quien tiene un ingreso suficiente para “hacer el esfuerzo” y conseguir que “no le regalen nada” y aquel que deberá esperar a si alguna vez el Municipio, la Provincia y la Nación se ponen a trabajar en un programa que les otorgue “una vivienda social” arrastra, inclusive, un prejuicio de clase. No solo porque deja afuera a una importante cantidad de familias de sectores medios que, a partir de alguna capacidad de ahorro y voluntad para hacer un esfuerzo, se habían ilusionado con el lanzamiento del programa, sino porque cualquier vecino, aún en las condiciones más humildes, no pretende que le regalen nada y estaría dispuesto a devolver, en la medida de sus posibilidades, la ayuda que le brinde el Estado.
De lo que se trata, en todo caso, es de acortar esa brecha social a partir de la decisión política de destinar mayores recursos presupuestarios y diseñar una ingeniería que simplifique las condiciones de acceso a los programas de construcción de viviendas. Una tarea que debe partir desde el ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat de la Nación pero a la que debe comprometerse la Provincia y el Municipio.
Reducir, como propone el gobierno municipal, una política habitacional a darle “un empujón” al que está más cerca de pagar, es aceptar, sin cuestionamientos, las condiciones que impone un mercado inmobiliario. No intervenir para modificar el rumbo, por más pequeños que sean los cambios alcanzados, significa alejarse del postulado que debería movilizar a cualquier gobierno, más allá de su signo ideológico: la tierra y la vivienda son un “bien social” y su acceso, es un derecho.
La visita de Berni y la novela de la conferencia de prensa
La llegada a Olavarría del ministro de Seguridad Sergio Berni, se convirtió, para sorpresa de muchos, en un acontecimiento político que los referentes locales del Frente de Todos intentaron capitalizar, a riesgo de dejar de lado cualquier formalidad institucional.
El arribo del funcionario provincial había sido presentado desde la cartera de Seguridad como una visita de gestión a los municipios – pese a algunas especulaciones sobre una eventual candidatura a diputado del actual ministro- y más allá de reuniones o visitas protocolares, no arrojó anuncios significativos para Olavarría.
Lo más relevante, sin dudas, fue el acercamiento que el funcionario y referentes locales del Frente de Todos como César Valicenti y Federico Aguilera, lograron con un sector alejado ideológicamente del kirchnerismo: las entidades rurales. El propio Berni se presentó como un productor. “Nací y me crié en el campo” dijo y analizó, junto a los dirigentes de la Sociedad Rural de Olavarría, la problemática de los abigeatos. En ese marco, promocionó la nueva formación de la policía rural y se comprometió a estudiar medidas para contrarrestar la escalada del delito.
Pero la agenda del ministro incluía, como una de las actividades principales, una reunión protocolar con el intendente Ezequiel Galli. Desde el día previo a la llegada de Sergio Berni, hubo mensajes cruzados entre la prensa ministerial y los voceros locales del Frente de Todos para establecer en qué momento se daría el contacto con los medios locales, una de las formas principales con las se daría visibilidad a la actividad.
Una eventual rueda de prensa en el Municipio, era lo que se manejaba en primera instancia. Pero la situación fue modificada, en horas de la noche, cuando voceros locales anunciaron que las entrevistas con el funcionario, tendrían lugar en el Cerro Luciano Fortabat. Básicamente, que se harían cuando el Intendente no estuviera presente.
Algunas horas antes de la visita, un mensaje enviado desde el Municipio anunciaba un contacto con los medios al término de la reunión en el Palacio San Martín y todo volvía al esquema inicial. Según se explicó desde la comuna, la decisión había sido acordada con el área de prensa del ministro de Seguridad.
Pero al finalizar el encuentro, sucedió algo insólito. El ministro Sergio Berni junto a los referentes locales Federico Aguilera, César Valicenti, Guillermo Santellán y el subsecretario de Transporte Alejo Supply, se fueron rápidamente del lugar para continuar con la agenda ministerial. Mientras lo hacían, el intendente Ezequiel Galli bajó al lugar de la conferencia y literalmente quedó “pagando” ante el desplante de los funcionarios.
Varios de los periodistas corrieron por el Paseo Jesús Mendía y lograron alcanzar a la comitiva cuando los dirigentes ya se encontraban en sus vehículos, dispuestos a continuar con el itinerario previsto. La insistencia de los colegas, permitió que el ministro Berni descendiese de la camioneta conducida por Federico Aguilera y hablara con los medios, de forma improvisada, en el veredón de calle Vicente López.
La situación puede parecer anecdótica, pero forma parte de las acciones que el kirchnerismo despliega en el territorio como estrategia de posicionamiento de sus dirigentes. Desde que iniciamos el espacio de esta columna, advertimos que los referentes locales del Frente de Todos intentan ubicarse como interlocutores directos de los gobiernos nacionales y provinciales en Olavarría.
Esa búsqueda, también pretende evitar que el intendente Ezequiel Galli saque rédito político de las obras financiadas por el estado nacional y provincial como “si fueran propias”, tal como se observó, mediáticamente, en algunas recorridas llevadas a cabo por el Jefe Comunal en las que no se precisó el origen de los fondos utilizados para los trabajos que supervisaba.
Pero esos movimientos “marketineros”, a veces llevan a los dirigentes locales del FdT a no despegarse – ni un segundo- del funcionario que visite nuestra ciudad. O a realizar anuncios de gestión, donde los límites entre lo institucional y lo político quedan difusos.
Esta situación se observó, en la semana, con el exceso de protagonismo asignado a la figura de Federico Aguilera. En los últimos días, el excandidato a intendente volvió a encabezar anuncios que poco tienen que ver con su ámbito de trabajo en la subsecretaría de Minería. Entre ellos, pueden mencionarse obras para establecimientos educativos, recorridas por las postas de vacunación, repavimentación de calles o hasta la entrega de pelotas para clubes de la ciudad.
Más allá de si el joven dirigente será o no candidato, esa estrategia comunicacional puede fortalecer rasgos de identificación en su núcleo de pertenencia o convencer aún más a los convencidos. Pero su rol “multifacético”, podría traerle inconvenientes en la lectura social que hagan aquellos sectores medios a los que el Frente de Todos necesita llegar para ampliar su caudal electoral. El peligro radica en que esas acciones deriven en una interpretación de “se cree el intendente” o “quiere meterse en todos lados”, algo que podría resultar contraproducente para las expectativas electorales de su espacio.
Hace quince días, marcamos que el clima electoral comenzaba ganar terreno con las discusiones internas de los partidos políticos, a pocas semanas para el cierre de las listas. Ese escenario se intensificó, esta semana, con el inicio de la campaña electoral, más allá de lo que indican las formalidades del calendario.
La discusión por el plan de viviendas “TUVI” lanzado por el gobierno municipal, significó el fin de la tregua entre la dirigencia local que, a diferencia de lo sucedido a nivel nacional o provincial, había evitado confrontar, en lo público, como un mensaje de madurez hacia la comunidad, ante las dificultades ocasionadas por la pandemia.
El Frente de Todos encontró un lugar efectivo para contrarrestar las críticas acerca de la construcción de la “Casa de la Provincia” y el Municipio sintió el golpe, más allá que buscó argumentos para justificar las “bondades” de su programa de viviendas. En esa defensa, la diferenciación entre quien “puede pagar” y quien debe esperar por “una vivienda social” evidenció que no solo se trata de una discusión económica sino también ideológica.
Los últimos siete días, también mostraron una intensificación de las actividades políticas, los anuncios y las visitas de funcionarios. El arribo del ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, dejó en claro que las disputas se centrarán hasta en los más mínimos detalles y la novela en torno a la conferencia de prensa así lo dejó demostrado. Lo sucedido evidenció que el Frente de Todos, apostará a la estrategia política y comunicacional de posicionar a sus referentes como interlocutores directos con los gobiernos provincial y nacional, aunque esa tarea, signifique poner en tensión los límites entre lo institucional y lo político.
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