María Reina
La Fiesta de María Reina es celebrada el 22 de agosto, poco después de la solemnidad de la Asunción de la Virgen María (15 agosto). Esta fiesta fue instituida por el Papa Pío XII en 1954 para venerar a María como Reina, igual que se hace con su Hijo, Cristo Rey, declarado así el dogma de la Asunción, que “la Inmaculada Madre de Dios. . . fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial”. En su encíclica Ad Caeli Reginam, el papa proclamó: “Estamos instituyendo una fiesta para que todos reconozcan más claramente y veneren con más devoción el dominio misericordioso y maternal de la Madre de Dios. Estamos convencidos de que esta fiesta ayudará a preservar, fortalecer y prolongar esa paz entre las naciones que cada día es casi destruida por las crisis recurrentes. ¿No es ella un arco iris en las nubes que se acerca a Dios, la promesa de un pacto de paz?”.
San Juan Pablo II, en el año 1997, habló sobre la Virgen como Reina del universo: “El título de Reina no sustituye al de Madre: su realeza sigue siendo un corolario de su peculiar misión materna, y expresa simplemente el poder que le ha sido conferido para llevar a cabo esta misión. (…) Los cristianos miran con confianza a María Reina, y esto aumenta su abandono filial en Aquella que es madre en el orden de la gracia” (…). Ella está junto a nosotros porque su estado glorioso le permite seguirnos en nuestro cotidiano itinerario terreno. Ella conoce todo lo que sucede en nuestra existencia y nos sostiene con amor materno en las pruebas de la vida. Si bien todos reinaremos con Cristo, María Santísima participa de Su reinado de una forma singular y preeminente. Esto significa que Dios le ha otorgado Su poder para reinar sobre todos los hombres y los ángeles, y para vencer a Satanás. Ella participa en la obra de salvación de su Hijo con su “sí” en el que siempre se mantuvo fiel, siendo capaz de estar al pie de la cruz (Cf. Jn 19:25). María Santísima, reinando con su Hijo, coopera con El para la liberación del hombre del pecado. Todos nosotros, aunque en menor grado, debemos también cooperar en la redención para reinar con Cristo”.
A María Reina se la recuerda en el quinto misterio glorioso del rosario y también en las Letanías del santo Rosario como Reina del cielo, Reina de los Ángeles, Reina de los Patriarcas, Profetas, Apóstoles, Mártires, Confesores, Vírgenes, Todos los Santos, de las Familias y de la Paz. María es Reina de Israel como Madre del Rey de Israel, y Reina de la Iglesia, como Madre del Rey que es Salvador y, por tanto, de todos los redimidos. A Ella, nos seguimos confiando como humanidad … “en camino” hacia la gloria que nos espera.
(*) Angélica Diez, Misionera de la Inmaculada Padre Kolbe, Olavarría.