María Reina de la Paz
Ella es nuestra intercesora ante Dios para obtener el espíritu de amor,
unidad y reconciliación (Oración colecta). María es la Inmaculada Concepción,
una persona en paz consigo misma y con Dios. Son muchas las encíclicas
papales que piden a María que interceda por la paz.
La fiesta de «María Reina de la Paz», comenzó con una pequeña estatua de
la Virgen, propiedad de un noble francés. Bajo el reinado del Rey Enrique III, la
pequeña estatua se la regaló a los Capuchinos, los cuales la colocaron encima de
la entrada de la Iglesia de su Monasterio, en la ciudad de Paris, Francia. Esto lo
hicieron con la idea de que ella protegiera su casa.
El día 22 de Julio,1651, un grupo de niños cantaron el «Salve Regina»
(Salve Reina) frente a la imagen de María. Al continuar esta práctica, la gente
comenzó a unirse a ellos y, de esta forma, se desarrolló una costumbre piadosa.
Cuando sucedieron los primeros milagros, sobre todo, milagros de curas
milagrosas, la pequeña imagen recibió un lugar de honor dentro de la Iglesia. El 9
de Julio de 1657, sucedió la cura espontánea del Rey Luis XIV, que fue atribuida a
la intercesión de la Virgen, la cual, desde el principio había sido venerada bajo el
título de «Reina de la Paz». En agradecimiento el Rey construyó una capilla nueva
y más grande al lado de la Iglesia de los Capuchinos. El día del primer aniversario
de la cura milagrosa del Rey, la pequeña imagen de gracia se trasladó a la nueva
capilla. En el mismo año, la Congregación de Ritos, aprobó la fiesta en honor a la
«Reina de la Paz».
Cuando los Capuchinos fueron dispersados durante la Revolución
Francesa, algunos laicos valientes salvaron la imagen de las manos de los
revolucionarios. Hasta hoy día, la imagen permanece en la iglesia del Monasterio
de la Congregación del Sagrado Corazón de Jesús y de María, en Paris, Francia.
Vemos cómo la Madre de Dios se nos presenta como imagen maravillosa
de un ser humano totalmente redimida y queremos reflejarnos en su imagen.
Queremos pedirle, con su intercesión, que la gracia redentora obre en nosotros
para que nos vaya formando en señal de paz en los diferentes ambientes donde
nos movemos.
(*) Horacio Robirosa, Voluntario de la Inmaculada Padre Kolbe, Olavarría.