¿Qué sucedió el domingo?
Cada elección es un aprendizaje que deja ganadores y perdedores. La elección del domingo 26 no es una excepción. Hay números para analizar, e indicios de causas y consecuencias.

Por: Pablo Palazzolo
Primero los números
Lo primero que resalta constituye a la vez una de las mayores preocupaciones. Los índices de participación electoral vienen bajando en forma alarmante. Se podrá argumentar que no es lo mismo una elección ejecutiva que una legislativa y es verdad. Pero hay una tendencia imposible de obviar. Ayer votaron casi 2 millones de argentinos menos que en 2023. Y hubo, además, más de un millón de blancos entre blanco y nulos. Y esto es preocupante porque semejante abstención marca que cada vez menos compatriotas creen que la democracia les puede cambiar la vida. ¿Pasa en otros países? Sí, pero eso no es ningún consuelo para un país en el que existe la obligación legal de votar. Porque la mejor herramienta que tenemos los que carecemos de poder económico para defendernos es, precisamente, el voto. Y porque si no lo ejercemos quedamos a merced de las minorías intensas.
Otra cosa notable de esta elección fue la pérdida de caudal de votos de las principales fuerzas políticas que compitieron en el balotaje de 2023. El ganador, La Libertad Avanza, obtuvo 3 millones menos de votos. Fuerza Patria, 2 millones menos. Nuevamente, puede ser metodológicamente inconsistente la comparación. Pero, y a pesar de que no opaca el triunfo electoral de LLA -que obtuvo el 40,7% de los votos para diputados nacionales y el 42% para senadores nacionales-, el dato está.
La provincia más poblada de la Argentina, Buenos Aires, también le dio la victoria a LLA. Respecto a la elección de septiembre pasado, el peronismo perdió cerca de 250.000 votos. Y la derecha subsumida en LLA sumó 900.000. Los bonaerenses, que hace un mes eligieron mayoritariamente a peronistas para que los representen a nivel provincial y municipal, ahora se inclinaron por la derecha para definir la representación política nacional.
En cuanto a Olavarría, el comportamiento electoral del domingo 26 repite el mismo patrón del balotaje 2023. Si bien LLA cosechó 10.000 votos menos y FP 8.000 votos menos, la primera obtuvo 31.427 votos frente a 21.423 de la segunda. En 2023 la diferencia entre ambos fue de 12.000 votos y ahora es de 10.000. Parece que el impacto negativo de las políticas económicas del gobierno nacional en la construcción, y por ende en la industria olavarriense, no han sido percibidas en su real magnitud.
Finalmente, las cámaras legislativas quedan de la siguiente forma. En Diputados, el peronismo sigue siendo la primera minoría. De 48 bancas que puso en juego, ganó la misma cantidad. Con 101 diputados propios es la primera minoría. LLA, que obtuvo 64 nuevos diputados, pasa a ser la segunda minoría con un total de 93. Está muy cerca del quórum propio (129), especialmente si se tiene en cuenta que el PRO mantiene 15 diputados y Provincias Unidas tiene 16. Se le va a hacer mucho más fácil aprobar leyes, pero va a tener que negociar.
En el Senado está un poco más complicada la derecha. FPJ conserva la primera minoría con 28 senadores. LLA tiene 20. Ahí la negociación del oficialismo con los demás bloques opositores va a estar más complicada, y podría haber riesgo de que el Congreso quede semi paralizado.
Causas y consecuencias. Ganadores y perdedores
¿Por qué sucedió el domingo? La mejor respuesta la dio el presidente Donald Trump. Porque, a través suyo, EE.UU. puso lo que había que poner para ayudar a Milei: dólares más apoyo explícito. Y si bien su retórica se parece mucho a la de un jefe de una metrópoli colonialista, no por ello fue menos efectiva. Cuando en la humillante reunión de Washington, una semana antes de los comicios, dijo que si perdía Milei él y sus dólares se retiraban de Argentina, la extorsión funcionó. El destinatario del mensaje era el pueblo argentino, que sabe reconocer las señales del cataclismo inmediato tanto como ignorar los peligros del desastre futuro.
El gobierno ganó también porque Milei demostró, una vez más, que quería ganar. E hizo todo lo necesario, por más ridículo que pareciera, para lograrlo. Desde unificar su fuerza política en todo el territorio nacional bajo el sello de LLA hasta intentar caminar el país en medio de un ambiente hostil, pasando por dar de baja a su primer candidato bonaerense para mejorar su oferta política. En cambio, el peronismo tuvo una campaña con candidatos poco atractivos, distritalizada, y con un mensaje por la negativa: si se quiere frenar al autor del desastre hay que explicar en qué consiste tal desastre, no presumir que la sociedad lo sabe. Aunque parezca paradójico, Milei tuvo el comportamiento habitual de la derecha clásica. Fue obediente y prolijo en su construcción, aún para asumir sus Esperts. Fuerza Patria, por otro lado, fue silente, caótica y descoordinada.
El resultado electoral no debe desorientarnos acerca de lo importante, porque los números no siempre cuentan lo verdadero. ¿Y qué es eso? Nada más ni nada menos que quiénes son los verdaderos ganadores y perdedores. Entre los primeros hay que contar, sin dudas, a Trump y su banda. La ultraderecha nacionalista de EE.UU. ha obtenido a bajísimo costo una base ultraderechista cipaya en Argentina que le ayudará a combatir en la disputa geopolítica con China. Ello sazonado, por supuesto, por una bandeja llena de recursos naturales y energía que augura -para ellos- buenos negocios.
Entre los ganadores locales deberá contarse a la vieja patria financiera, a los sectores vinculados con la producción y exportación de energía, y no mucho más. En lo que respecta al gran empresariado argentino, hoy sus miembros duermen un poco más tranquilos porque Milei parece haber recuperado legitimidad para profundizar el ajuste.
Con los perdedores hay que ser más cuidadoso. Creer que perdió el peronismo es errar el bochazo. Las fuerzas políticas que se mantienen leales a sus esencias no son fáciles de erradicar del mapa político. Pensar una Argentina sin derecha o sin peronismo es una utopía. Más teniendo en cuenta que, pese a dos duras derrotas electorales en el término de dos años, el peronismo -aún con su máxima líder proscripta y todos sus problemas internos- retiene una fuerte presencia parlamentaria y el gobierno de varias provincias, entre ellas la más importante del país.
No. Los verdaderos perdedores son los sectores a los que el gobierno de Milei ha agredido con sus políticas y su retórica. Los trabajadores de todo tipo, los pequeños y medianos empresarios, las universidades y la educación pública en todos sus niveles, los discapacitados, los jubilados, las familias endeudadas que no llegan a fin de mes, los comerciantes y todos quienes dependen del funcionamiento del mercado interno, la producción y la acción del Estado. Para ellos, la victoria electoral de Milei es una promesa de más ajuste, menos derechos augurados en la reforma laboral en ciernes, más pobreza y más sufrimiento.
Por último, hay que advertir de un riesgo: el de que Milei y el gobierno se la crean. Si bien nadie duda de la contundencia del triunfo electoral de la derecha argentina, ninguno de los problemas de la economía y de la sociedad argentinas han sido solucionados. La recesión continúa, el nivel de endeudamiento es peligrosísimo, los dólares seguirán escaseando y la economía real no genera empleo ni ganancias. La situación es tan crítica como lo era el viernes pasado y Milei parece no haber tomado nota. Lo único que celebra es que ahora tiene, piensa él, más plafón para darle continuidad a la motosierra. Ya se lo ha advertido el FMI: cuidado porque la sociedad hoy te da el voto y mañana te lo quita. Y las reacciones pueden no ser necesariamente suaves.
Y para quienes no paran de lamentarse sobre el resultado electoral vale la pena recordar los dichos del ex presidente Francois Mitterrand: “Los franceses hacen huelga los lunes porque suben el pan; los martes se manifiestan porque ganan poco; los miércoles protestan por la falta de libertades… Y el domingo votan a la derecha.” A menos que, agrego yo, vuelvan a enamorarse de quien ofrezca pan, paz y trabajo digno.