Resonancias de una semana agitada

Marcha Universitaria

Opinión / Carlos Verucchi / En Línea Noticias (Twitter: @carlos_verucchi)

De poco y nada sirvió la segunda y multitudinaria marcha del dos de octubre en defensa de la educación universitaria. El presidente de la nación, imperturbable en su cruzada contra el Congreso, impuso el veto a la ley de financiamiento y aplacó un foco de resistencia a sus políticas de destrucción de la clase media y sumisión del país a intereses externos.

Ver a diputados oficialistas festejar el sostenimiento del veto como si festejaran un gol de Messi en el mundial, probablemente haya sido uno de los gestos de torpeza más bochornosos de la historia de este país. Alguna vez existió algo que se llama disimulo o sensibilidad. Recuerdo por ejemplo las lágrimas de Domingo Cavallo mientras les negaba un aumento a los jubilados en los años 90. Creía que su política sería positiva en el mediano plazo (el tiempo lo desautorizó) pero sabía también que su decisión llevaba al sufrimiento inmediato de muchos argentinos y por lo tanto se mostraba consternado, o fingía al menos estarlo. Ahora ya no disponemos de ese gesto de clemencia, la miseria de los jubilados o el derrumbe del sistema científico y universitario se celebran con euforia, con grandes festines y muestras de prepotencia pocas veces vistas.

Tal vez, como señaló el viernes pasado el decano de la Facultad de Ciencias de la Salud de la UNICEN, el doctor Héctor Trebucq, en la asamblea que espontáneamente congregó a la comunidad universitaria de Olavarría, el veto a la ley de financiamiento universitario puede haber sido un punto de inflexión en esta avanzada del gobierno. Y puede serlo por dos razones, en primer lugar, porque con su actitud el ejecutivo ha despertado el espíritu combativo de miles de jóvenes en todo el país y, por otro lado, porque las muestras de cinismo por parte del gobierno están dejando de ser graciosas para la mayoría de los argentinos y comienzan a ser irritantes.

Un párrafo aparte merecen los inocentes ciudadanos que se dejaron atrapar por el verso de las auditorías. ¿En serio piden auditar a organizaciones que no tienen ni presupuesto para pagar la luz y el gas de sus sedes? Cualquiera sabe que una auditoría hecha con honestidad arrojaría conclusiones como éstas: la gran mayoría de los empleados de las universidades argentinas perciben salarios por debajo de la línea de la pobreza, existe gran cantidad de docentes ad honorem en todo el país, muchos docentes ponen dinero de sus flacos bolsillos para que los estudiantes puedan hacer prácticas de laboratorio o para pagar gastos de traslado cuando van a congresos… Y aún así compiten mano a mano con investigadores de otros países en lo que respecta a producción científica. Pero a esos repentinos urgidos por la transparencia administrativa que muestran incredulidad respecto al destino que se les da a los fondos en las universidades, les tengo una mala noticia: ya existen auditorías que se repiten cada seis años. Y que siempre llegan a la misma y generalizada conclusión: ¡Son necesarios de inmediato más fondos!

De cualquier manera, a raíz de esos hechos lamentables, y sin que nadie lo organizara, se vio este último tiempo una comunión muy esperanzadora entre todos los actores de la comunidad universitaria local. Dejamos de ser un amontonamiento de Facultades para pasar a ser “la UNICEN Olavarría”. Es decir, la sumatoria de diferentes disciplinas que sólo en conjunto dan sentido a la definición de Universidad. Esto es, un espacio donde distintas maneras de aproximarnos al conocimiento y donde los distintos esfuerzos por abordar la realidad se aúnan para formar interdisciplinariamente a profesionales comprometidos. Única garantía de progreso genuino para un pueblo.

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1 comentario
  1. ENMANUEL dice

    Ojala AUDITEN a la UNICEN se van a salir a la luz varios KIOSKITOS, muchos sabemos de esos KIOSKITOS por haber pasado por la UNC

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