Tercera ola sin restricciones: ¿Una decisión acertada o peligrosa?
Escribe: Sergio Di Pino
“Creemos que el sistema de salud va a soportar”. El Municipio no aplicará medidas de restricción, pese al exponencial aumento de los contagios registrados en las últimas semanas y al lento- pero sostenido- crecimiento en los niveles de internación en la sala de Cuidados Generales.
El último viernes, el intendente Ezequiel Galli y su secretario de Salud, Germán Caputo, retomaron la modalidad de las conferencias de prensa para analizar el escenario sanitario. Durante sus exposiciones, buscaron llevar tranquilidad a la comunidad, a partir del “bajo” nivel de internaciones que presenta el Hospital Municipal “Héctor Cura” (14 pacientes sobre más de 4300 casos activos al momento del anuncio). Al día sábado, la cifra se elevó a 16 pacientes.
El eje de sus exposiciones, giró en torno a una premisa que sonó un poco prematura. “Estamos empezando la transición de una enfermedad pandémica a una enfermedad endémica” graficó el intendente de Olavarría. Una afirmación que ya repiten varios dirigentes en el mundo, a pesar de la imprevisibilidad que despierta un virus con una enorme capacidad de mutación y de adaptación a nuevos contextos. Meses antes, ya la política había vaticinado el comienzo en la pospandemia y se encontró con la irrupción de la variante Ómicron.
Está claro que, esta vez, el aumento vertiginoso de los contagios no se tradujo en una cantidad proporcional de internaciones. También es evidente que los números de hospitalizaciones ni siquiera se acercan a los registrados en la segunda ola. Todo eso se debe al impacto positivo de la campaña de la vacunación.
En abril de 2021, con un pico de 1200 casos activos, el promedio de enfermos que ingresaban a Terapia Intensiva por Covid-19 oscilaba entre 10 y 18 personas. Lo propio ocurría en Cuidados Generales, con una media de más de 20 pacientes hospitalizados. El 14 de abril del año pasado hubo 75 internados. Eran cifras dramáticas. Ese contraste entre las dos etapas, nos llevó a preguntarnos si tenía sentido- a nivel social-, seguir contando casos o si, en cambio, el dato preponderante a analizar era la cantidad de camas ocupadas por pacientes con Covid-19.
Ante ese escenario, que en Olavarría haya solo dos personas en UTI mientras se produce un récord de contagios, es un dato alentador. Pero en simultáneo, emergió otro indicador que podría resultar un poco más preocupante. Se trata de un lento y progresivo incremento de los ingresos a Cuidados Generales (supera el 75% de ocupación). Del total de 51 camas disponibles, se utilizaron 38. Y 14 de ellas, corresponden a pacientes con Covid-19.
Sobre este punto, las autoridades hicieron una importante salvedad. Varios de los enfermos fueron identificados por “criterio de vigilancia”. Es decir, ingresaron al nosocomio por otros tipos de patologías- una fractura o apendicitis por ejemplo- y en los testeos de rigor les detectaron el virus. Sin embargo, también hay algunos pacientes hospitalizados por causa directa de la enfermedad.
Existe otro número que, aunque está muy alejado de las cifras del 2021 y puede explicarse en términos estadísticos, no debe perderse de vista. Es el lento incremento de los fallecidos. Desde el comienzo de la tercera ola, apenas se había registrado un deceso. Y en esta semana, hubo tres vecinos que lamentablemente perdieron la vida.
Pese a este panorama, el Municipio considera que la situación sanitaria está controlada. Desde allí, el gobierno local se posicionó y decidió que la cuestión económica no resiste nuevas restricciones. A partir de esa lectura, se propuso aguantar y confiar en el patrón de comportamiento de la enfermedad. “En un mes subió pero en tres o cuatro semanas va a bajar” aseguró Germán Caputo.
En ese marco, las autoridades solo analizarán alguna medida restrictiva si la situación se convierte en apremiante. Fuera del análisis de situación, las autoridades locales llamaron a una conferencia y no anunciaron nada.
“Cuando uno toma medidas restrictivas tiene que saber que va a tener un impacto económico fuerte. Hay sectores que no soportarían el mínimo cierre. Hoy, transitar con todas las actividades abiertas con protocolos y tener sólo 14 internados que no afecta el sistema de salud no resiste ningún análisis. La gente necesita laburar” sentenció el intendente Ezequiel Galli.
La medida, fue celebrada por muchos vecinos que no tienen margen económico y psicológico para soportar nuevas restricciones. Y, quizás, pueda resultar un acierto. Pero los riesgos están latentes y tener que improvisar cuando aparece una dificultad siempre es más complicado.
Puertas adentro del Hospital, algunos profesionales describen un escenario más complejo: “Nos vamos complicando de a poco” afirman. En esa línea, consideran que “debieron restringirse algunas fiestas multitudinarias”. “Había que dar un mensaje de seriedad a la comunidad sin alarmismos” graficaron.
En este sentido, cabe mencionar la postura adoptada por otros intendentes bonaerenses respecto a las festividades populares. En las últimas semanas, varios distritos decidieron postergar eventos masivos o incrementaron controles en fiestas privadas (pase sanitario). Son gestos que, desde el impacto legal y simbólico que despierta una medida oficial, trataron de generar conciencia para que cada ciudadano no se relaje y refuerce sus cuidados. El objetivo de fondo, fue el de contribuir con el único método capaz de atenuar las consecuencias sociales y personales de la enfermedad: incentivar a la población a completar sus esquemas de vacunación.
La aceleración de los contagios, a partir del mayor nivel de transmisibilidad de la variante Ómicron, ya comenzó a afectar a las actividades productivas. Cada vez son más altos los niveles de ausentismo laboral, a causa de los casos positivos o los aislamientos por contactos estrechos. En Olavarría, la situación fue reconocida por comerciantes e industriales a En Línea Noticias. Hablaron de “desborde” a causa de trabajadores aislados por ser contactos estrechos.
Más allá de la flexibilización de los criterios de testeos y la reducción de los tiempos de “encierro” para casos positivos o contactos estrechos de personas con el esquema de vacunación completo, es un tema que también requiere de políticas preventivas. De nada sirve resaltar discursivamente los beneficios de la vacuna si, a su vez, ese concepto no se materializa en acciones públicas que sensibilicen a los ciudadanos a inmunizarse contra el coronavirus.
En este sentido, cabe preguntarse: ¿Por qué existe tanta reticencia ideológica del gobierno local a adherirse a la aplicación del pase sanitario? ¿Por qué no se lo solicita para el ingreso a las dependencias públicas locales?
Días atrás, el ministro de salud bonaerense, Nicolás Kreplak destacó el “alto acatamiento” que provocó el uso del pase sanitario para la realización de trámites en organismos públicos provinciales. Aseguró que su instrumentación global, permitió alcanzar cifras de entre “170 mil y 180 mil dosis por día”. De hecho, por primera vez se logró superar el porcentaje del 90% de ciudadanos con primera dosis. ¿Por qué no contribuir con una acción local que aliente a aquellos que aún no se han inoculado o han completado sus esquemas de vacunación? ¿Por qué no fomentar la solicitud del pase sanitario por parte de actores del sector privado?
Hasta algunos sectores de empresarios lo han plateado. La Confederación General Empresaria de la República Argentina (CGERA), propuso esta semana a las autoridades nacionales que se habilite a industrias y comercios a solicitar el pase sanitario que acredite el esquema de vacunación completo de sus trabajadores. Consideran que es la única forma de “cuidar al empleo y evitar que se interrumpa la reactivación económica”.
Proteger actividades no solamente se logra evitando restricciones. También requiere de medidas de sensibilización y prevención que permitan anticipar los hechos y conducirlos. Básicamente, es lo que distingue a cualquier ejercicio de planificación de cualquier acción en la coyuntura. Se trata, ni más ni menos, que de convertir variantes en opciones.
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