La semana política en Azul: Una renuncia que descoloca a la gestión

El ingeniero Arruti tenía una dinámica de trabajo en el área de Producción que provocaba recelos. Su papel en el conflicto de Fanazul y el polo minero. Un centralismo de conducción riesgoso. ¿Hay otro trasfondo? Fanazul: reunión clave del obispo Salaberry, la  vicepresidenta Michetti y el jefe de Gabinete Peña junto a los trabajadores y al ex funcionario.


Escribe Carlos Comparato ([email protected])

Una semana cargada por temas que hacen a las complejidades y a los cambios que sacuden a la sociedad en sus más variados aspectos. Un inicio de clases complicado por el paro de los docentes, la imprevista renuncia del subsecretario de Producción y Empleo de la Municipalidad, Juan José Arruti, uno de los hombres clave en la gestión del intendente Hernán Bertellys, las multitudinarias manifestaciones y actividades por el Día Internacional de la Mujer a partir del jueves 8 y la reunión por el tema Fanazul que sostuvieron representantes de los trabajadores, el obispo Hugo Manuel Salaberry, la vicepresidenta Gabriela Michetti y la imprevista presencia del jefe de Gabinete Marcos Peña.

La conflictividad con los maestros aún no está resuelta mientras que las concomitancias del nuevo rol de la mujer en un mundo que atraviesa profundas modificaciones sociales, culturales y económicas dejan el espacio suficiente para la recreación de escenarios que irán profundizando las contradicciones. El propio capitalismo, y pese a las desigualdades que aún subsisten, derrumbó la idea “del macho proveedor” y la mujer replegada a la función de procrear refugiada en la caverna para mantener la continuidad de la especie humana. Se están atravesando nuevos paradigmas pese a las sinuosidades del camino y a construcciones culturales que arrastran siglos. La tragedia del femicidio sigue imparable pero también está la posibilidad que esta sociedad se abra al debate por la despenalización del aborto.

 

Una renuncia imprevista   

La renuncia del ingeniero Arruti a la subsecretaría de Producción y Empleo empuja a una lectura crítica del funcionamiento interno del Ejecutivo. La inteligencia de quien conduce está en la misma relación con la inteligencia de los conducidos. Arruti, de vasta militancia política, se caracteriza por tener una impronta propia y la cimentación de una imagen de gestionador. Su dimisión causó sorpresa y representa un golpe a la administración del intendente Hernán Bertellys. Arruti tiene una relación con el Jefe Comunal desde hace varios años cuando aún era lejana la idea que algún día conduciría los destinos de la ciudad y eso lo llevó a ocupar un cargo clave.

¿Un problema de celos, de cierto protagonismo del exfuncionario que molestaba? La tarea que venía desarrollando sobre la instalación de un polo minero se va coronando con reuniones en el nivel del Gobierno Nacional y la aprobación de la zonificación para la futura instalación de empresas.

La gota que desbordó el vaso fue cuando, justamente, se lo dejó de lado al hoy exsubsecretario de un encuentro clave del Jefe Comunal con funcionarios del área de minería la semana pasada. El jefe de Gabinete, Alejandro Vieyra, fue el encargado de avisarle que no participaría. La relación entre ambos no era buena desde hace tiempo. A partir de esa decisión, ni Bertellys ni Vieyra le atendieron más el teléfono terminando con su dimisión.

 

¿Arruti molestaba?   

¿Hay otra cuestión que no haya trascendido para arribar a este desenlace? Ya había cierto malestar con Arruti por el papel que venía desempeñando en el conflicto de Fanazul, tema, hay que recordar, del que se hizo una lectura incorrecta desde el Ejecutivo. Su aparición en los medios incomodaba porque se corría del férreo control que se ejerce desde la Jefatura de Gabinete sobre los funcionarios. Ya había habido algunos chispazos tiempo atrás por la situación del frigorífico de Cacharí; luego fue el rol que jugó el año pasado para desentrañar la polémica que había surgido por la realización de la Expomiel, que amenazaba con irse a Olavarría. Y así se fue armando la secuencia.

Suponiendo que no haya otros temas que estén dando vueltas, la desconfianza se impuso. Aquí es donde Bertellys y Vieyra se equivocan pues si, finalmente, se instala el llamado polo minero, el galardón se lo llevará, indefectiblemente, quien conduce la administración gracias a la gestión de buenos funcionarios. En definitiva, de un equipo de trabajo.

 

El desquite    

Como si fuera un desquite en tiempo de descuento, Arruti terminó participando del encuentro, posiblemente, más importante que se ha realizado sobre Fanazul. Impulsada  por el obispo Salaberry la reunión con la vicepresidenta Michetti, los representantes de los trabajadores pidieron que también asistiera Arruti por el compromiso que viene  demostrando desde que se originó el conflicto. Lo que parecía un encuentro casi de compromiso, terminó siendo clave cuando se hizo presente el jefe de Gabinete Marcos Peña. Nombrar a Peña es nombrar a Mauricio Macri habilitando, así, una nueva instancia de diálogo. Pero hay que observar el papel de la Iglesia con una fuerte presencia del Episcopado sobre el gobierno por la situación social y Salaberry actúa en ese contexto.

La obsesión de la administra macrista es dejar de poner dinero para sostener la continuidad de la producción de la fábrica. Si se presenta un proyecto viable y en un contexto de demanda de las mineras, hay una esperanza que no puede apagarse. Si se impone la línea dura encabezada por el interventor de Fabricaciones Militares, Luis Riva la trama se dificulta. Más, si la intención es el desguace de FM. Los días que se avecinan serán cruciales para el futuro de Fanazul.

A veces cuesta entender ciertas decisiones de quienes gobiernan limitados a su burbuja, a un distanciamiento con la realidad y la administración del intendente Bertellys no escapa a esa lógica aportando, además, un centralismo de conducción exacerbado. Es jugar en forma permanente al borde la cornisa.

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