A 50 años de la publicación de “Cien años de soledad”
En 2017 se cumplen 50 años de la publicación de la famosa novela de García Márquez. (Carlos Veruucchi)
Literatura / Carlos Verucchi – En Línea Noticias ([email protected])
Dentro de unos pocos días se cumplirán 50 años desde que la Editorial Sudamericana (aquella fundada en Buenos Aires a finales de la década del 30 por Victoria Ocampo y Oliverio Girondo entre otros), aceptó el desafío de publicar una voluminosa novela escrita por un autor desconocido y que había sido rechazada ya por otras editoriales.
En el año 67, el editor responsable de Sudamericana era Francisco Porrúa. Le habían llegado por casualidad cuentos de un colombiano llamado Gabriel García Márquez y pensó que podían interesarle al público argentino. Intentó reeditarlos pero el autor respondió que no podía cederle los derechos, aunque, en cambio, podía enviarle una novela que estaba a punto de terminar. Muchos años después, Porrúa confesaría que sólo necesitó leer el primer párrafo de “Cien años de soledad” para aprobar aquella (ahora mítica) primera edición de 8.000 ejemplares de la que con el tiempo sería una de las novelas más leídas del mundo.
Cincuenta años después de esa primera edición, “Cien años de soledad” lleva vendidos algo más de 40 millones de ejemplares, contados lógicamente los publicados en español y en los otros 35 idiomas a los que fue traducida.
¿Qué puede agregarse sobre esta novela que ha recorrido el mundo entero y que ubicó a la literatura latinoamericana entre las mejores del mundo?
No mucho.
Sus influencias, anteriores y posteriores son conocidas. Nunca negó su autor cierta admiración por Faulkner. Tanto en García Márquez como en Vargas Llosa (otro conspicuo integrante del llamado boom de la literatura latinoamericana) las influencias del escritor norteamericano son bastante evidentes. Las influencias del autor respecto a los que vinieron después también son más que destacables. A punto tal que el nombre con el que se conoce su estilo, el “realismo mágico”, se ha convertido prácticamente en un género dentro del más amplio género de novela.
Claro que todas no han sido rosas para el escritor colombiano y su obra. Es ya famosamente conocida la supuesta broma de Borges quien, al ser interrogado sobre el valor de la novela, habría respondido que era buena pero le sobraban cincuenta años. Las nuevas generaciones de escritores latinoamericanos, a partir de los años 90, desestimaron el realismo mágico como alternativa y fundaron McOndo (Alberto Fuguet, Jaime Bayly, Mario Mendoza y Rodrigo Fresán, entre otros), con el fin de proponer una especie de juego en confrontación con la prácticamente excluyente influencia del colombiano.
Escritores como Saer, por su parte, trataron de construir una literatura completamente alejada del realismo mágico, del cual aborrecían la tendencia a la exposición del llamado “color local”, esto es la descripción pormenorizada de las características propias de una región y épocas determinadas.
Pero volviendo al planteo respecto a qué puede agregarse hoy sobre una novela tan difundida, hay un episodio que todo lector ingenuo considera parte de la ficción y que sin embargo es real. Es el famoso capítulo de la masacre de los obreros bananeros de la United Fruit Company en manos de soldados del ejército colombiano. La United Fruit era una compañía norteamericana que se ocupaba de cosechar frutas en Centroamérica y el Caribe, principalmente bananas. En el año 28 del siglo pasado, los 25.000 obreros con que la empresa cultivaba bananas en la selva colombiana iniciaron una huelga con el fin de atenuar las condiciones inhumanas de explotación a las que eran sometidos. La empresa norteamericana empleó sus influencias políticas y forzó al gobierno de los EEUU para que amenazara a Colombia con una intervención militar si no tomaba medidas en contra de los huelguistas. El gobierno de Colombia, acorralado, no tuvo más alternativa que enviar al ejército a enfrentarse con los obreros de la United Fruit y, tal como cuenta la novela de García Márquez, promover una masacre de la que se hablaría durante muchas décadas.
Tal vez resulte interesante preguntarse qué ha cambiado en el mundo durante estos últimos cincuenta años respecto al poder de las grandes multinacionales. ¿En qué medida denuncias como la que se presenta en Cien años de soledad han logrado mitigar los efectos nocivos de grandes empresas que no dudan en emplear el poder militar para incrementar sus márgenes de ganancia o mantener en pie sus negocios?
La respuesta es tan obvia como dolorosa, poco, muy poco.
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