Aniversarios inoportunos

Octubre viene con aniversarios incómodos.

 

Carlos Verucchi / En Línea Noticias ([email protected])

 

No sabe qué hacer, Putín, pobre, ahora que se cumplen los 100 años de la revolución bolchevique. Qué garrón tener que organizar festejos por un pasado que está tratando de remodelar en virtud de sus necesidades actuales. Justo, cuando empezaba a imponer ―muy trabajosamente― un nuevo relato, le cae encima semejante aniversario.

Algo parecido acurre por estos días en Argentina. Mañana se cumplen 50 años de la muerte del Che Guevara. Justo unos días antes de las elecciones… Qué mala puntería para morirse o que mala puntería para matarlo. Los diarios oficialistas nacionales, es decir todos menos uno o dos, tendrán que dedicarle al menos un par de líneas. Como ya está muerto y casi nadie se ocupa de él podrán maquillar o reinventar la historia como para que encaje con este presente en el que la Argentina florece en el espectro de países pujantes de la posmodernidad.

Resulta curioso el modo en que los diarios de la época anunciaban su muerte, hablaban de un enfrentamiento con tropas regulares. Por lo visto hicieron escuela, le enseñaron a las dictaduras que vendrían después cómo hacer para tapar ejecuciones a mansalva.

¿Les pedirá la ministra Bullrich a Santilli y a Vidal que moderen un poco sus sonrisas por respeto hacia alguien con quien alguna vez mantuvo cierta afinidad ideológica? No creo, lo pasado, pisado. Tan parecido sale Santiago Maldonado al caído en la Higuera que mejor no levantar la perdiz, quedarse mosca. Si podemos lo hacemos pasar al Che como un asesino, si no, como un mal economista ―deben estar pensando― o, de última, como un apátrida cuando no un niño travieso de la aristocracia. Si al fin de cuentas tienen un pasado común, ¿o no? Bullrich Luro Pueyrredón o Peña Braun, ¿cuántas veces se habrán cruzado sus antepasados con los Guevara Lynch o los De la Serna? Si empezamos a escarbar un poco no sería raro que encontremos algún lejano parentesco.

Pero quédese tranquilo, estimado lector. La distancia entre el Che y la Bullrich es más grande que la que hay entre quien escribe estas líneas y García Márquez.

Todos hemos tenido, seguramente, algún conflicto con nuestro padre. El mío se inició aquel día en que le pregunté quién era ese barbudo que aparecía en los libros que él había escondido en el altillo en tiempos de los militares. Me habló de Cuba, de Bolivia, y remató con una frase despectiva que aún resuena en mis oídos, “fue un aventurero”. Nunca sabré si fue un intento de enseñanza o una provocación… o un escrúpulo pacifista de viejo luchador cansado ya de todas las batallas. En ese momento imaginé al Che como a uno de esos voluntarios de la Cruz Roja que van a todas las guerras a recuperar soldados heridos. Es lo único que aún no he logrado perdonarle a mi viejo… haberme quitado así, de un cachetazo y para siempre, toda la inocencia.

Lo menos que se merece todo personaje histórico es que lo juzguen en virtud del contexto en el que le tocó actuar. En el marco de la “verdad” imperante en su tiempo. En relación al entramado ideológico en el que se enredaron los hombres de su época. Hacerlo con la perspectiva que dan los años es como opinar del partido de Boca con el diario del lunes en la mano.

Ya sea por aventurero o por idealista, el Che se la jugó sin saber qué vendría después, sin reticencias ni cálculos estratégicos, siempre estuvo dispuesto a ponerse en la vereda de enfrente de la injusticia. Podría haber pasado desapercibido en cualquier otro momento, en cualquier otro contexto, sin embargo, su personalidad y su época entraron en resonancia. Y salió lo que salió.

 

—————————————————————

 

Lo menos que se merece todo personaje histórico es que lo juzguen en virtud del contexto en el que le tocó actuar. En el marco de la “verdad” imperante en su tiempo. En relación al entramado ideológico en el que se enredaron los hombres de su época.

 

—————————————————————

 

Se equivocó, claro, se equivocó como se equivocaron todos. ¿Cómo iba a creer que era posible derrotar al imperio armando al pueblo? ¿Cómo pensar en redimir a los oprimidos? Sueños de trasnochado, a veces me siento tentado de pensar que mi viejo tenía razón también en eso. Pero no puedo, los hombres necesitamos creer en algo así sea una mera ficción, eso que antes llamaban utopía y que ahora casi no se nombra.

 

Y tal vez sea mejor así, lo pasado, pisado. Los jóvenes de hoy tienen otras metas y otras obsesiones, nadie podría ni remotamente convencerlos de que organicen una revolución.

 

Por eso sólo pido que a los no tan jóvenes nos permitan imaginar, sólo por hoy, que el Che está todavía bajando del monte. Pronto entrará en la Habana. Su mirada altiva y soberbia frente a la clase media cubana que de inmediato le dará la espalda a la Revolución. Déjennos soñar ―como si fuera una fábula, ojo― que todavía es posible un mundo distinto. Mañana, les prometo, podrán volver tranquilos a la fastidiosa pero imprescindible tarea de cambiar el relato, de hacer todo lo que hay que hacer para sacar el país a flote después de doce años de barbarie.

 

—————————————————————

 

Y tal vez sea mejor así, lo pasado, pisado. Los jóvenes de hoy tienen otras metas y otras obsesiones, nadie podría ni remotamente convencerlos de que organicen una revolución.

—————————————————————

 

Déjennos, sólo por esta noche, irnos a dormir con la tranquilidad de saber que él viene, una vez más, a soñar con nosotros.

 

1 comentario
  1. Daniel dice

    Muy buena nota. Entre nostalgiosa y un poquitín esperanzada. Tal como se dan estos tiempos extraños que nos tocan vivir.

Los comentarios están cerrados.

error: Contenido protegido