El peligroso aval a la “justicia por mano propia” y los ecos de la cumbre del PRO

Escribe: Sergio Di Pino.


Escribe: Sergio Di Pino

La violenta reacción de un comerciante, víctima de un intento de robo, recibió un respaldo social abrumador. En la calle y en las redes sociales, se multiplicaron los mensajes de apoyo a la decisión del ferretero de perseguir – una parte del trayecto en contramano-  y amedrentar, con disparos al piso y al aire, a un joven que intentó sustraer elementos del interior de su camioneta en el microcentro de la ciudad.

El delincuente aprehendido y liberado horas después.

Pocos de esos vecinos, repararon en el peligro al que se vieron expuestos los involucrados y, fundamentalmente, no tomaron dimensión del riesgo que corrieron aquellas personas que ocasionalmente transitaban por el lugar (dentro de franja horaria de suma concurrencia).

El comerciante esposado minutos antes de ser trasladado a sede policial. Declaró y quedó libre

Esta conducta civil que, en otro momento histórico hubiese sido reprochada y calificada como desmedida – porque pudo derivar en un delito mayor al que intentaba repeler y puso en peligro a terceros- fue festejada por una gran mayoría de la opinión pública, incrédula ante en el accionar de las instituciones encargadas de impartir Justicia.

Ese acompañamiento social generalizado, coincidió con las críticas al desempeño de la policía que, además de apresar al ladrón, mantuvo demorado al comerciante, conforme a lo que establecen las normas y los protocolos de actuación.

Los efectivos de seguridad resguardaron la escena, con fines periciales, hasta tanto hubiese una reconstrucción fehaciente de los hechos, más allá de lo que podía desprenderse de las versiones iniciales dadas por los implicados. En medio de los abucheos de vecinos, el propietario de la ferretería fue llevado a sede policial y allí brindó su versión, inicialmente en calidad de testigo. Tras acreditar que era legítimo usuario para la portación del arma utilizada –  una pistola calibre 9 mm-, recuperó su libertad, mientras que el ladrón permaneció en condición de aprehendido – algunas horas más- hasta ser excarcelado . Resta conocerse si, en un futuro, surgen nuevos elementos probatorios que modifiquen la situación procesal de los involucrados.

Lejos de ser un caso aislado, el episodio formó parte de una escalada de hechos de violencia en los que vecinos olavarrienses, víctimas de la inseguridad, buscaron hacer “justicia por mano propia”, ante delitos sufridos contra la propiedad o la integridad de las personas.

Al menos otros dos sucesos, de similares características, se registraron en apenas un mes. A mediados de mayo, un adolescente le disparó en la cara a uno de los dos ladrones que asaltaron a su madre, en una vivienda de calle Álvaro Barros al 1500. Días más tarde, a una olavarriense le robaron la bicicleta cuando charlaba con su vecina, en calle Hornos e Independencia. Las dos mujeres persiguieron al ladrón en un automóvil -una parte del trayecto en contramano- y todo terminó en un accidente de tránsito. El adolescente atropellado sufrió heridas leves y la bicicleta robada quedó completamente destruida.

Un joven disparó contra un ladrón que tenía amenazada a su madre en medio de un robo

No es objeto de esta columna, hacer un análisis puntual sobre los hechos anteriormente mencionados, ni mucho menos evaluar responsabilidades. Su simple mención y breve descripción, carece de sentido si no se analiza el contexto histórico y social en el que se inscriben. La relevancia de estos casos, radica en su condición de síntomas sociales de una serie de problemáticas mucho más complejas. Para lograr una comprensión más integral y menos simplista, es necesario situar estas prácticas en las múltiples dimensiones sociales, culturales, políticas y económicas que actúan como condición de posibilidad de estos fenómenos.

¿Qué lleva a la gente a cometer un delito cuando es víctima de un delito? ¿Por qué prevalecen ciertos discursos hegemónicos que premian este tipo de conductas? son algunas de las preguntas que nos surgen de inmediato.  

Juan Pablo Matta, Dr. en Antropología de la UNICEN e investigador del Conicet, insiste en “no analizar los hechos puntuales” y nos sugiere pensar “en un trasfondo bastante preocupante, con muchas dimensiones, pero que se centra principalmente en la crisis de las instituciones públicas. Hay que sobrepasar la escala de estoy a favor o en contra de las dos personas involucradas y ver lo que hay en el fondo, como por ejemplo la crisis de la Policía como institución que debe garantizar el resguardo de las personas y los bienes” advierte.

Juan Pablo Matta,

En este sentido, considera que “es importante reconocer que hay un problema. Entiendo la preocupación de un comerciante y la ciudadanía pero hay que entender que el problema no se resuelve con la ‘justicia por mano propia’, que no es más que una reacción torpe y violenta que no puede solucionar los problemas que están atrás. Una sociedad que es incapaz de producir instituciones de confianza para mediar en situaciones de violencia, es una sociedad con graves problemas” remarca.

Sin dudas, la denominada “justicia por mano propia” o “venganza por mano propia” no es un fenómeno nuevo. La expresión condensa una serie de discursos y prácticas sociales instaladas, desde hace varias décadas, a partir de la implementación de las políticas neoliberales. En ese marco, este tipo de reacciones vecinales fueron promovidas o justificadas por una serie de postulados basados en la “antipolítica”, que erosionaron la confianza en el Estado como la institución que debe velar por la seguridad ciudadana.

En su lugar, se promovió el individualismo económico y el “sálvese quien pueda” y se justificó el uso de la violencia y la portación de armas para defender aquello que el Estado “no era capaz” de cuidar. Las dificultades estructurales en lo económico, social y lo político, se vieron agravadas por el actual contexto de pandemia. La inédita situación de la época, sumó  ingredientes coyunturales que alimentan este tipo de comportamientos de “autodefensa”, “hartazgo” y de desconfianza en la capacidad de las instituciones estatales para resolver los problemas.

No se trata aquí de negar la existencia del delito, como aquellos discursos que instalaron – un tiempo atrás- el concepto de “sensación de inseguridad” o de caer en un “exceso de garantismo” que no contemple un castigo justo y equilibrado, a quienes incurran en actos delictivos comprobados y juzgados. En todo caso, resulta urgente recuperar niveles de racionalidad y no caer en respuestas simplistas que reproduzcan y aumenten los niveles de inseguridad.

“Las opciones fáciles son más potentes ideológicamente. Es más simple creer que esto se arregla con tres tiros que sentarse y estudiar la complejidad que tiene el problema” explica el antropólogo Juan Pablo Matta.

Desde este análisis, el profesional considera que  “No tratar los problemas termina en una polarización. De un lado, la defensa por mano propia violenta y delictiva y por otro el no reconocimiento de que hay un problema.  Esas trabas y esos dilemas que se generan, ocurren porque no están siendo tratados. Existen formas de procesar esto que, en vez de dos posiciones antagónicas  e irreconciliables, construyen posiciones intermedias como por ejemplo con el tema de la policía. Hay posiciones a favor o en contra de la policía pero pocas discusiones sobre cómo hacer una policía mejor y hasta la propia policía podría estar interesada. Es gente que trabaja en condiciones pésimas y con una instrucción muy corta y hay un montón elementos que se podrían abordar” remarcó.  

Otro aspecto que merece una reflexión es el silencio institucional de los principales actores políticos y judiciales, cuando era imperioso mostrar un mensaje de calma y pacificación de los ánimos. Directamente no hubo un posicionamiento público de las principales autoridades locales y eso también contribuye a la legitimación- subterránea- de este tipo de comportamientos.

También es necesario abordar el modo en cómo los ciudadanos accedemos a la información y la importancia de poder situar los acontecimientos en su contexto histórico y político: “Se consume mucha información de manera rápida y sin profundidad y eso produce una limitación muy grande para entender los procesos que hay atrás de episodios como estos y la simplificación de esos pensamientos favorece la violencia. Toda violencia tiene atrás una incomprensión” concluye Juan Pablo Matta.

Larreta, la interna del PRO y el “espaldarazo” a Galli

La novela de Juntos por el Cambio en la provincia de Buenos Aires sumó un nuevo capítulo y su rodaje se filmó íntegramente en Olavarría. El último viernes, llegó a nuestra ciudad el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta.

La llegada de Larreta fue un “espaldarazo para Ezequiel”, dijeron allegados al alcalde local

La excusa institucional fue la firma de una serie de convenios entre el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la Municipalidad de Olavarría y una visita a la fábrica de cerámicos “Cerro Negro”. Pero el sentido del viaje fue netamente político. En horas del mediodía tuvo lugar, en el predio del Golf del Club Estudiantes, un almuerzo con cerca de una veintena de intendentes “no radicales” del interior bonaerense, a casi un mes del cierre de listas para las primarias legislativas.

Los Intendentes del PRO, Peronistas y Vecinalistas junto a Horacio Rodríguez Larreta.

Aunque Olavarría fue elegida como sede del convite, por ser uno de los pocos distritos bonaerenses en Fase 4, desde el entorno municipal consideran que la decisión de Rodríguez Larreta significó un “espaldarazo para Ezequiel” como máximo referente del PRO en la séptima sección. Ese reconocimiento, estiman, deja al Intendente de nuestra ciudad bien parado de cara al armado seccional de Juntos por el Cambio.

El encuentro entre intendentes y allegados, no fue visto con buenos ojos por la comunidad, dadas las restricciones para las reuniones sociales vigentes y por haberse realizado a pocas horas del “Día del padre”. En especial, porque se encomendó a la ciudadanía no juntarse y ponerse en contacto con sus familiares únicamente a través de “videollamadas”.

Entre los jefes comunales  “PRO, vecinalistas y peronistas en JxC”, que asistieron a la convocatoria de Larreta, se encontraban el anfitrión, Ezequiel Galli, Guillermo Montenegro (General Peyrredón); Héctor Gay (Bahía Blanca) Pablo Petrecca (Junín) Hernán Bertellys (Azul) Javier Martínez (Pergamino) Mario Uset (Coronel Rosales) Martín Yeza (Pinamar) Javier Alfredo (Capital Sarmiento) Lisandro Matzkin (Coronel Pringles) Héctor Gatica (Bragado) Jorge Etcheverry (Lobos) José Luis Zara (Patagones), Mariano Barroso (9 de Julio), Gustavo Perie (Ramallo) y Javier Reynoso (Rivadavia).

El encuentro ideado por Larreta, buscaba terminar de convencer a los intendentes bonaerenses del espacio sobre la conveniencia de aceptar la postulación de Diego Santilli para encabezar la nómina de diputados nacionales. El desembarco en la provincia de Buenos Aires, es considerado un movimiento estratégico para sus aspiraciones presidenciales en el 2023.

Pero al evento, se apareció “de sorpresa” Jorge Macri. El primo del expresidente, se sumó – a última hora- a la reunión cumbre y trastocó todos los planes. ¿Quién le avisó por lo bajo? es lo que todos se preguntan en el PRO.

“Fue a hacerse respetar”, confiaron desde el entorno del Jefe Comunal de Vicente López. En su exposición, les habría dicho a los presentes que “los números no lo dan como ganador a Santilli” y que él es “mejor candidato”, para luego insistir en el valor de un “proyecto de la provincia para la provincia”.

Al encuentro no fueron invitados los principales intendentes del Grupo Dorrego: Julio Garro (La Plata); Diego Valenzuela (Tres de Febrero) y Néstor Grindetti (Lanús) aunque, es cierto, la reunión fue publicitada como de los “intendentes del interior” con Larreta.

La indefinición de María Eugenia Vidal, sumada a la movida de la UCR para recuperar el protagonismo en el frente opositor, de la mano del neurocientífico Facundo Manes, y la presión de “Lilita” Carrió  contra el “destrato” a los aliados, sacudieron el tablero en el PRO y obligaron a sus principales figuras a buscar consensos para ordenar la interna amarilla.

En el PRO saben que “hoy dividirse es perder” y aceptan que no puede haber dos listas puras. Pero nadie quiere ceder el protagonismo, de cara a la pelea de fondo: las elecciones del  2023. Lo que pareció una foto de unidad en Olavarría, fue un capítulo más de una interna que aún tiene final incierto.

Mientras la pandemia funciona como un telón de fondo para el resto de los acontecimientos, la agenda semanal nos dejó dos temas centrales; uno de carácter social y otro netamente político.

Los testeos siguieron durante toda la semana y ya anunciaron una nueva etapa del RTA

La violenta reacción de un comerciante, al sufrir un intento de robo, sumó un nuevo episodio a la preocupante escalada de casos de “justicia por mano propia”. Y evidenció el descrédito, de una parte de la comunidad, hacia las instituciones del Estado encargadas de dar soluciones a la problemática de la inseguridad.

Este tipo de respuestas vecinales, cuentan, en general, con la aprobación mayoritaria de la ciudadanía olavarriense, que no dimensiona el peligro al que se exponen los involucrados o cualquier transeúnte que esté cerca de un episodio violento. 

El silencio institucional de los principales actores políticos y judiciales, también debe ser cuestionado. No es momento para hacerse los distraídos. Resulta impostergable realizar un llamado a la racionalidad y pronunciar un mensaje de calma.  Esto significaría reconocer el problema, para poder abordarlo en su complejidad, sin caer en la polarización ni especular con sus costos políticos. No decir nada, contribuye a que este tipo de reacciones violentas sean cada vez más frecuentes.

En el plano político, la interna provincial del PRO se jugó en Olavarría. La llegada de Horario Rodríguez Larreta, por primera vez a un distrito del interior bonaerense, fue considerada por el gobierno municipal como un “respaldo” al intendente Ezequiel Galli, de cara al armado seccional de Juntos por el Cambio.

Lo que a priori parecía el escenario ideal para el jefe de Gobierno porteño, en su intención de ablandar las posturas de los alcaldes y fortalecer el desembarco de Diego Santilli como candidato a diputado nacional, se vio alterado por la sorpresiva aparición del intendente de Vicente López. Jorge Macri, cayó “a la fiesta” sin tarjeta de invitación y les marcó la cancha.

A pesar de la foto final, en la que se intentó mostrar “unidad dentro del PRO”, las tensiones internas siguen más fuertes que nunca. Todos saben que esa división los deja al borde de la derrota y coinciden en que debe ser resuelta.  Pero nadie quiere ceder en sus expectativas, pese a que los tiempos son cada vez más cortos.

Estudio eseverri desktop movile
Comentarios
Cargando...