Azul: Un policía baleado por otro rompió el silencio

El policía herido en un tiroteo que afirma que volvió a nacer

El 11 de julio del año pasado el actual capitán de la Bonaerense perteneciente a la DDI Azul se tiroteó con tres policías de la Federal en una estación de servicios que está en la Ruta 3.

De los lesionados que hubo en aquel enfrentamiento armado, él resultó con las heridas más graves. Por primera vez, ayer habló con EL TIEMPO de lo que pasó. Según sostuvo, fue una confusión lo que derivó en aquel incidente. Ahora, afirmó también, espera que “se haga justicia”.

El policía herido en un tiroteo  que afirma que volvió a nacer

A sus 45 años de edad, Diego Coronel no deja de reiterar que volvió a nacer después de aquel episodio que, en horas de la mañana del 11 de julio del año pasado, lo tuvo como protagonista, cuando resultó gravemente herido en un tiroteo que protagonizó con efectivos de la Federal mientras él desempeñaba tareas en la DDI Azul.

Aquel hecho tuvo como escenario el playón de una estación de servicios que está en el kilómetro 299 de la Ruta 3, en jurisdicción de Azul. Y Coronel se llevó la peor parte, ya que el balazo que recibió en su región abdominal lo tiene todavía sin volver a desempeñar tareas en la fuerza; aunque lo más grave para él ya pasó y antes de que finalizara el año pasado le dieron el alta definitiva.

Con más de 25 años en la Policía de la Provincia y trabajando siempre como numerario de la DDI Azul desde que esa dependencia se creó en 1999, el balazo que afectó a sus intestinos aquel jueves por la mañana lo tuvo internado durante varios días en esta ciudad y en CABA.

El agradecimiento de Diego Coronel por su recuperación incluye, además de los médicos y el personal que lo atendieron en el Hospital Pintos y en el Centro Médico “Fitz Roy” de la Capital Federal, a personas más allegadas a su entorno. “A mi familia y, sobre todo, a mi hermano Ezequiel, que se movió conmigo para todos lados”. También destacó “el apoyo incondicional de mis compañeros del Grupo Operativo y de la DDI en general”. Y se acordó de reconocer a todos esas personas que “rezaron por mí” y a quienes hicieron “cadenas de oraciones por mi recuperación”.

No bien el hecho se produjo permaneció en el Hospital Pintos y fue sometido a dos operaciones. Posteriormente, en medio de un estado de salud que ponía en peligro su vida, fue trasladado en un helicóptero al Centro Médico “Fitz Roy”, la clínica porteña donde transitó la mayor parte de su recuperación y lo llevó ayer a la tarde -en una entrevista con EL TIEMPO- a afirmar, textualmente, aquello de que “nací de nuevo”.

El policía azuleño tuvo que transitar por “once quirófanos” hasta lo que fue su recuperación. Esos “quirófanos” a los que alude son, en realidad, intervenciones. Primero, para tratar de curar sus intestinos grueso y delgado, alcanzados por ese balazo que un efectivo de la Federal le dio en un incidente que -desde un principio- las crónicas policiales mediáticas catalogaron como “confuso episodio” y que, desde la óptica del actual Capitán de la Bonaerense, se trató de “una enorme confusión”; aunque después señale también que él fue víctima de un caso de “gatillo fácil” (ver nota en Página 5 de esta misma edición papel).

Todavía la Corte Suprema de Justicia no definió si será competencia de la justicia federal o de la ordinaria entender en los sumarios penales que desde ambos fueron se iniciaron, los cuales deberán unificarse para continuar tramitándose. En otras palabras, eso significa que sendas investigaciones penales están paradas. Mientras tanto, Diego Coronel tiene como abogado que lo patrocina a Roberto Dávila, según él mismo contó ayer en la entrevista con este diario.

En ese contexto, la nota con EL TIEMPO tiene como principal característica que es la primera vez que uno de los cuatro protagonistas que tuvo aquel hecho da su versión de lo sucedido.

En este caso, el que habla es Coronel, el policía que resultó con las lesiones más graves en ese tiroteo donde -la filmación de las cámaras de seguridad instaladas en el playón de la YPF así lo demuestran- él no fue el primero que disparó; aunque sí el que sufrió las lesiones de mayor gravedad a causa de ese tiro que uno de los agentes de la Delegación Azul de la Federal le efectuó. Un balazo que ingresó en su región abdominal y lo tuvo al borde de la muerte.

Coronel era Teniente Primero cuando se produjo este hecho en la estación de servicios. A poco de que le dieran el alta, fue ascendido a Capitán en la Policía de la Provincia, la fuerza a la que pertenece desde hace ya varios años.

Después de resultar herido en aquel tiroteo que se produjo en horas de la mañana del 11 de julio del año pasado, un hecho donde también recibieron disparos dos de los efectivos de la Federal a los que él baleó con su arma de fuego reglamentaria mientras estaba tirado en el piso, comenzó el largo y lento camino para que pudiera recuperarse.

“Yo estaba consciente cuando ese día me llevaron al Hospital Pintos. Ahí estuve 23 días internado y me operaron dos veces. Como me empecé a sentir mal, con mi hermano decidimos la derivación, dentro de los hospitales que teníamos por medio de la ART, a la Clínica Fitz Roy. Creo que me llevaron el sábado 3 de agosto. Me vino a buscar un helicóptero, que aterrizó en la cancha de Alumni. Ahí estuve 23 días más, hasta que salí de alta el lunes 26 de agosto”, recordó ayer el policía de la Bonaerense.

Además de las operaciones a las que fue sometido, otras intervenciones consistían en limpiar el área afectada por el disparo para evitar infecciones.

De esa manera, en la clínica porteña era sometido, cada tres o cuatro días, a diferentes intervenciones “para limpiarme”.

Coronel llegó a permanecer “en coma inducido y con respirador”. A pesar de ese estado, recordó que a un médico de la clínica Fitz Roy, cuando le preguntó si temía por su vida, él le hizo señas con uno de sus brazos que sí.

Fue sólo un disparo, que “me pega en el abdomen y afecta el intestino grueso y el delgado”, el que le provocó la lesión más grave entre quienes protagonizaron lo que fue aquel enfrentamiento armado.

“Ese balazo me perforó. Ingresó por el lado izquierdo del abdomen, rebotó en la cadera y salió por el lado derecho”, recordó. Y después dijo que, una vez que cayó al piso, desde donde disparó a los tres efectivos de la Federal aquella mañana, él se puso de pie.

En el marco de una secuencia que no quedó captada en las grabaciones de las cámaras de seguridad instaladas en el playón de la YPF, “yo agarré la munición que me había tirado el chico de la Federal”.

“Estaba con el arma en la mano, montada. Después de lo que pasó, yo me reincorporé. Al levantarme, agarré la munición que me había tirado el chico de la Federal, que me sale por el lado derecho, por encima de la cintura, ya sin fuerza, por el trayecto que había hecho”, sostuvo.

“Esa bala -dijo Diego Coronel- pasó a medio centímetro de la arteria. Si me agarraba, me desangraba y me moría en cinco minutos. Y si me agarraba la vértebra, quedaba paralítico”.

Desde su punto de vista, aquel día dos intervenciones hicieron posible que siga con vida.

La primera de ellas la llevó adelante otro policía: el oficial Inspector Ángel Fuentes, “que labura conmigo”.

No bien su compañero llegó a la estación de servicios, se encargó de trasladarlo en un móvil de la DDI Azul al hospital. “Prácticamente, él me saca del lugar, porque ni los de la Federal ni dos patrulleros que había de la Policía de la Provincia querían llevarme. Si pasaban diez o quince minutos más y yo seguía ahí, no llegaba con vida”.

Además, Coronel tuvo palabras muy sentidas para agradecer a la tarea desarrollada por el médico Mariano Donelli, uno de los profesionales que primero lo atendió, no bien ese 11 de julio pasado fue ingresado al Hospital Pintos.

“Donelli me salvó la vida. Todavía no se lo alcancé a decir personalmente, tengo que ir a verlo. ‘Vas a vivir’, me acuerdo que me dijo aquel día”, contó sobre la labor desarrollada por ese primer médico que lo atendió en el Pintos.

En búsqueda del mismo hombre

Además de Coronel, en el enfrentamiento armado ocurrido en la playón de la YPF que está en la Ruta 3 fueron protagonistas de lo sucedido tres jóvenes pertenecientes a la Delegación Azul de la Policía Federal, quienes aquel día, vestidos de civil, se movilizaban en un Ford Focus.

En su momento, habían sido identificados como: Matías Iván Quiroga, Mauricio Marcolongo y Sergio Raúl Ferreyra.

En la entrevista de ayer Coronel señaló a Quiroga como el policía de la Federal que le disparó.

Él, una vez que cayó al piso, con su arma reglamentaria hirió a Marcolongo y Ferreyra. Este último efectivo mencionado fue el que resultó con las lesiones más graves en sus extremidades inferiores, ya que los tiros que recibió en sus piernas hicieron que tuviera que ser trasladado al Hospital Churruca, también en CABA, centro asistencial al que -después de que fuera dado de alta- regresó en varias ocasiones para continuar con las curaciones.

El nombre de un sujeto que era investigado por drogas se convirtió en el motivo para que aquella mañana Coronel y los efectivos de la Federal -todos vestidos de civil y el ahora capitán de la DDI en su automóvil particular- confluyeran en la playa de estacionamiento de la YPF que está sobre el kilómetro 299 de la Ruta 3.

Según contó Coronel, él conocía a ese sujeto desde años atrás. Concretamente, desde diciembre de 2014, cuando en el marco de un operativo lo había detenido en jurisdicción de Azul, luego de que, viniendo a esta ciudad desde Olavarría en una camioneta, se descartara de varias tizas de cocaína que pudieron ser incautadas durante aquel procedimiento.

Años después -relató el entrevistado- “extraoficialmente me enteré que el tipo estaba en libertad, luego de que había estado preso en Sierra Chica”. Y en junio del año pasado, Coronel supo que sobre esa misma persona, que ya no residía más en Olavarría, estaba vigente un pedido de captura.

“Este tipo estaba prófugo y tenía un pedido de detención desde un Juzgado Federal, que es lo que me dicen a mí. En ese entonces, nosotros teníamos el dato que se movía con droga desde Buenos Aires a Carmen de Patagones. Y también pude saber que estaba en Mar del Plata y que tenía un celular con característica de allá, la ciudad donde estaba viviendo después de que se había ido de Olavarría”.

Teniendo en cuenta esos datos, Coronel aportó el número de celular del investigado a la justicia federal.

Según se dijo en su momento, aquella mañana en que resultó baleado en el tiroteo estaban tras los pasos del prófugo dos fuerzas policiales distintas. Específicamente, Coronel por un lado y los efectivos de la Federal por el otro, los que -con datos aportados por el propio Capitán de la DDI Azul- habían logrado pincharle el teléfono.

“Mediante un oficio nosotros le dimos toda la información que teníamos” a la justicia federal, lo que se tradujo en la posterior intervención del teléfono de ese hombre que estaba siendo buscado.

Poco antes de la hora ocho de aquel 11 de julio del año pasado, según contó ayer en la entrevista, Coronel se enteró que allegados al hombre que era buscado se encontraban en Azul. Según se presumía, también podría estar en la ciudad ese sujeto.

Con esos datos, el policía de la DDI salió en su auto particular –un Volkswagen Bora- “a ver que se veía”.

La versión era que ese sujeto y allegados a él estaban en Azul, adonde habían llegado tras los pasos de un camión que el prófugo le vendió a un transportista.

Para ese entonces, los efectivos de la Federal que luego se tirotearon con Coronel venían siguiendo también los pasos del prófugo; pero por medio de ese teléfono celular que había sido intervenido.

“Pero seguramente en la Federal no sabían que yo, como efectivo de la DDI, tenía información también directa de que este tipo podía andar por acá”, dijo ayer el Capitán de la Policía de la Provincia.

En Ruta 3 y Mujica, recordó, Coronel se cruzó al Ford Focus en el que andaban los tres policías de la Delegación Azul de la Federal, a quienes él no conocía.

En ese entonces le llamó la atención la supuesta actitud sospechosa que tenían al circular con el auto en la ruta, ya que evitaron un control de tránsito que desde Vial se llevaba a cabo sobre una escuela rural situada en cercanías a esa dependencia de seguridad.

De esa manera, Coronel comenzó a seguir a ese vehículo cuyos ocupantes, según lo que él sospechaba, podrían estar relacionados con ese hombre que estaba prófugo.

Además, pidió apoyo en Vial para que un móvil lo acompañara hasta la estación de servicios, situación que también es posible observar en la grabación de las cámaras de seguridad de la YPF cuando un utilitario de esa dependencia de seguridad llega detrás de Coronel al playón de la estación de servicios que está sobre la Ruta 3.

“Los veo a dos de ellos, encapuchados. No los conocía. Eran pibes jovencitos. Y no sabía que la Federal tenía un Ford Focus. Yo pasaba todos los días por la Federal y te puedo decir hasta a quiénes conozco. Pero a los más jóvenes no, ya que nunca trabajamos ni tuvimos contacto con ellos. Tampoco supe que solían andar de civil en un Focus. Lo que me llamó la atención es que, en un control policial de la Local que había en la escuela que está cerca de Vial, por la Ruta 3, cada vez que ese auto pasaba ellos bajaban y no pasaban por ese control. Y como me quedé sin batería en el handy, lo primero que hice fue llamar al comisario Scavuzzo (Leandro, jefe de Vial) para pedirle apoyo”.

“También doy gracias a Dios de que yo no maté a nadie, que podría haber pasado tranquilamente”, dijo el efectivo de la Bonaerense involucrado en este tiroteo. ANGIE DÍAZ JACQUOT

“No podés arrancar a los tiros”

Esa mañana los tres vehículos confluyeron en la estación de servicios. Y ahí se originó el tiroteo donde Coronel se llevó la peor parte.

“El chico que me pega el tiro a mí tiene 23 años, es un oficial de servicio. Fue una falta de responsabilidad de quien estuvo al frente del operativo poner a cargo de un móvil a un chico que llevaba un año y ocho meses en la Policía”, sostuvo.

Para cuando Coronel llegó a la YPF el Focus ya estaba en ese lugar. Y detrás de él lo hicieron, en el móvil de Vial, tres policías de esa fuerza que se convirtieron en testigos del enfrentamiento armado.

“El Focus ya estaba estacionado para cuando yo llegué. Cuando me bajé para identificarlos, dos veces les di la voz de ‘Alto, Policía’. Yo bajé de mi auto con el arma en posición defensiva, a cuarenta y cinco grados de inclinación y sin munición en la recámara. El primero que me dispara es el chico éste”, dijo en alusión al policía Quiroga de la Federal.

“La secuencia es así: él hace caso omiso a la voz de alto mía, yo le digo ‘Parate Policía’, este chico me estaba escuchando y mirando. En el video se ve muy clarito cuando yo voy con la mano izquierda y le digo ‘Parate, Policía, identificate’. Para eso, los tres policías de Vial ya estaban atrás, uniformados, dándome apoyo. Este pibe, el que me pega el tiro, me miraba como sorprendido. Pero hace caso omiso, se va para la parte de adelante del auto, al asiento del acompañante y lo pierdo de vista. Ahí me paro, como que me sorprende algo, e inmediatamente él se incorpora y a través de las ventanillas del Focus, que estaban bajas, lo veo con el arma empuñada apuntándome. Él tira primero y me impacta. Yo caigo, porque me pega en la cadera, y en el video se puede apreciar cuando yo, por el dolor, la pierna derecha la paso por arriba de la izquierda, cargo mi arma y empiezo a tirar de costado. Ahí es cuando, lamentablemente, resultaron heridos los otros chicos”, contó.

“En el piso -continuó relatando- veo que ellos se tiran desde el auto para la cuneta. Los veo entre el asfalto y el zócalo del auto. Yo creo que ahí hiero en el tobillo a uno de los muchachos (Ferreyra). Después los pierdo de vista. Creo que tiré siete u ocho disparos y ahí dejo de hacerlo. Recién ahí me dicen mis compañeros de Vial que ellos eran federales. Creo que uno de los efectivos de Vial reconoce a uno”.

A modo de conclusión sobre lo sucedido, aquel enfrentamiento armado donde resultó herido de gravedad “fue una enorme confusión”, según declaró ayer Coronel.

“Para mí fue falta de profesionalismo de este chico o porque era muy nuevo en la fuerza. Cuando viene la Policía vos tenés que identificarte. No podés arrancar a los tiros. Para mí se asustó al verme con el arma en la mano. Lo sorprende la situación. Fue falta de profesionalismo y de madurez la que tuvo, más allá de que él aduce que dispara, por lo que tengo entendido, al ver un ‘peligro inminente’”.

“Este chico no me tendría que haber pegado un tiro nunca y se tendría que haber identificado”, agregó y después dijo: “Agradezco que andaba solo. Si no, hubiese sido peor. También doy gracias a Dios de que yo no maté a nadie, que podría haber pasado tranquilamente. Todo esto es culpa de la ineptitud o inoperancia de alguien nuevo. Pero no es culpa de él, sino del jefe que dispuso cómo hacer el operativo”.

Finalmente, en respuesta a quienes preguntan por qué él no llevaba puesto su chaleco antibalas, recordó que aquel día lo tenía en la sede de la DDI. De ese chaleco dijo que “está vencido desde el año 2015”.

“Tal vez, si lo tenía puesto, me podría haber salvado igual, pero los que tenemos son chalecos obsoletos. Estamos todos igual, no se trata sólo del mío que está vencido. Y nunca tuvimos respuestas para que los cambien”.

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