Panorama Provincial: El rojo municipal, nuevo desafío en la lucha contra el coronavirus

Los Intendentes de Olavarría y Azul, con una semana de diferencia, declararon la emergencia administrativa, económica y financiera de las respectivas comunas.
Por Andrés Lavaselli
El brusco freno de la actividad económica producto del aislamiento social dispuesto para luchar contra el coronavirus está afectando no solo a la actividad privada de la provincia: También los Estados, sobre todo los municipales, están comenzando a sentir los efectos del parate. El fenómeno es de tal intensidad que ya puso a algunos al borde de la cesación de pagos y disparó alarmas a nivel provincial y nacional: si las administraciones fracasan, no hay estrategia exitosa posible contra el virus.
El jueves pasado, el ministro de Economía, Pablo López, ordenó un relevamiento de la situación financiera de los municipios, después de recibir varios pedidos de asistencia extraordinaria en pocas horas. Se comprende la alarma del funcionario: hasta la semana pasada, solo un intendente en toda la provincia había pedido ayuda para pagar los sueldos. Pocas horas después, comenzaron a acumularse en su escritorio varias solicitudes más, que agregaron a los salarios otros gastos e inversiones difíciles de afrontar.
“Concluimos que hay tres grupos: algunos tuvieron problemas para pagar los sueldos de este mes, otros nos adelantan que no podrán hacer frente a los del mes que viene y, muchos, dicen que tiene que elegir: pagar a sus trabajadores o comprar de insumos, entre ellos médicos, y pagar de servicios”, explicó un funcionario del gabinete provincial que accedió a los datos.
En cierto modo, la situación no asombra a nadie: era previsible que con una caída de la recaudación local del orden del 50% promedio y una perceptible baja de la coparticipación –la provincia experimenta una merma en sus ingresos en torno del 40%- las comunas tuviesen problemas financieros graves, más temprano que tarde. El problema es más bien cómo resolverlos en un contexto en el que las demandas se multiplican casi al infinito y recaen, todas, en el Estado nacional, el único con espaladas lo suficientemente robustas por la sencilla razón de que sólo en esa instancia es posible monetizar el déficit.
Un colapso de las cuentas locales generalizado no es factible. Pero las respuestas deben llegar rápido, porque las pandemia plantea demandas impostergables. Un ejemplo: muchos alcaldes mostraron fotos de instalaciones dispuestas para recibir infectados cuando el pico de contagios o las malas condiciones de vida haga imposible tratarlos en hospitales o recluirlos en sus hogares. Son fotos de grandes salones con camas tendidas que sirven para llevar tranquilidad. Parece todo listo, pero nadie contesta como se va a financiar el funcionamiento real. ¿Quién pagará el personal de limpieza, la comida, los insumos médicos?
Esta cuestión formó parte de los tres encuentros que mantuvo esta semana Kicillof con Alberto Fernández: uno en Olivos para una videoconferencia, otro en La Plata y el tercero, el jueves, para terminar de definir la nueva fase de aislamiento social. De allí, el gobernador se llevó una promesa: “Quedate tranquilo, plata no va a faltar”, le dijo Presidente. Con ese respaldo, vía chat, el gobernador intentó llevar calma a los alcaldes: “vamos a ser todo lo generoso que se pueda”, les dijo. Con todo, evitó presiones: la negociación con Nación está apenas abierta.
Kicillof prefiere avanzar con partidas especiales distribuidas con el mismo criterio proporcional de la coparticipación. Pero hay otras iniciativas en danza. Permitir el uso discrecional de los recursos del Fondo de Infraestructura Municipal es otra. Se trata apenas de un paliativo, son $ 2 mil millones, una gota de agua en el desierto. Además, está ligada a otra cuestión sensible: el descongelamiento de la actividad legislativa, ya que la medida supone una modificación de la ley que creó el Fondo, que solo puede ser dispuesta por otra ley, para lo que el parlamento debería sesionar.
Una primera cuestión es que nadie sabe muy bien si es legal una norma surgida de una sesión virtual, opción que debaten por estas horas expertos del oficialismo y la oposición. Hay otra traba, menos pública: una vuelta al ruedo de diputados y senadores abre las puertas a una discusión por las partidas para que ese poder del Estado funcione, más allá de los sueldos. Se trata de los fondos para becas y subsidios, que son el motor de cierta actividad territorial. Sergio Massa se lo pidió a Kicillof el jueves. Por lo bajo, algunos legisladores ensayan un argumento “realista”: no podemos desaparecer en esta crisis, esto no es 2001, cuando guardarse era preservarse. Pero no parece que el Gobernador no se convence: aún no contestó.
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