Trols, nueva herramienta para propagar intolerancia
Una mañana hacia el final de su campaña en busca de una banca en la cámara baja, Erin Schrode, de 25 años, se dio vuelta en la cama, tomó su teléfono celular en un acto de reflejo… y se puso a llorar.
Horrorizada, encontró una cantidad de correos electrónicos de trols anónimos de contenido antisemita. «Véte de mi país, judía de…», decía uno. «Véte a Israel, tu lugar natural. Eso o el horno. Elige».
Los mensajes iban acompañados por una foto de Schrode que tenía sobreimpresa en forma digital una estrella de «Jude», como se denomina a la insignia amarilla con la palabra «judío» en alemán que los nazis hacían lucir a los judíos durante el holocausto.
Schrode, una demócrata que quedó tercera en las primarias de junio en su distrito del norte de California, era un nuevo objetivo de The Daily Stormer, un popular portal neonazi que lanza campañas de troleo a través de la internet.
Luego de que el portal publicó algo sobre la candidata «judía», un lector difundió la información de contacto de Schrode. En los últimos diez meses, su correo electrónico y sus cuentas en redes sociales han estado inundadas de agravios y de imágenes inquietantes.
«Todos los días me recuerdan que soy judía», dijo Schrode, cofundadora de una organización ambientalista sin fines de lucro. «No es normal despertarte y escuchar que hay gente que te quiere muerta o que te vayas a otro país».
Los trols han pasado a ser la carta de presentación de la «alt-right», como se denomina a un movimiento amorfo que usa memes y las redes sociales para propagar una mezcla de racismo, antisemitismo, misoginia y xenofobia.
Esas tácticas ganaron popularidad en el 2014, con el nacimiento de GamerGate, una campaña online contra el feminismo en la industria de los videojuegos. GamerGate ofreció un modelo a algunos nacionalistas y otros extremistas blancos que apoyaron la campaña presidencial de Donald Trump, inundando la internet con tiras de «La Rana Pepe» y otros símbolos de intolerancia.
El fundador del Daily Stormer, Andrew Anglin, publicó una cartilla en agosto en la que trató de definir el «alt-rigth» y explicar sus orígenes. Dijo que el movimiento es producto de una «cultura de troleo» originada en el portal 4chan.org website.
Andrew Auernheimer dice que no es uno de los trols anónimos que atormenta a Schrode, pero aplaude esa actitud y manifiesta disgusto al escuchar el nombre de la mujer.
Notorio hacker y trolero vinculado con The Daily Stormer, Auernheimer no acepta la noción de que una persona puede ser lastimada por «palabras feas publicadas en la internet». Para él, los trols anónimos son el equivalente de la vieja táctica política que defendía todo lo «inequívocamente estadounidense».
«Ser ofensivo es un acto político», sostuvo.
Auernheimer dijo que trolea por la «satisfacción que te da ver a la gente sufrir castigos irónicos».
«La realidad es que el troleo a través de la internet es puro entretenimiento. A la gente le encanta verlo. Ha pasado a ser un deporte nacional», indicó.
Otros blancos del Daily Stormer han sido prominentes periodistas, un miembro del parlamento británico y Alex Jones, conductor de un programa radial que Anglin describió como un «millonario sionista». Más recientemente, Anglin publicó la información personal de los residentes judíos de Whitefish, una localidad de Montana donde el nacionalista blanco Richard Spencer tiene una casa.
Keegan Hankes, analista del Southern Poverty Law Center, dice que Anglin y su portal han disparado un bombardeo de trols de elementos de extrema derecha en los dos últimos años.
«Es muy bueno generando indignación», expresó Hankes. «Elige sus víctimas de una forma muy calculada».
El primer comentario de Anglin sobre Schore incluyó el enlace de un informe de la Jewish Telegraphic Agency sobre su campaña en procura de ser la mujer más joven jamás elegida para el Congreso. Alguien publicó un comentario con el télefono celular de Schrode, su correo electrónico y enlaces con sus cuentas en las redes sociales.
Su primer comentario incluía la expresión «comadreja que bufa». Hoy, cuando alguien busca ese término en Google, lo primero que aparece es una foto de Schrode.
El hostigamiento online puede ser un delito, pero Schrode comprobó lo difícil que resulta conseguir ayuda de la policía. Dice que un agente del FBI le dijo que los mensajes electrónicos no representaban «una amenaza verdadera» que pueda causar daño físico y que por lo tanto no constituyen un delito de intolerancia.
Schrode bloqueó a algunos de sus principales hostigadores, pero no piensa alejarse de las redes sociales, que necesita para mantener sus conexiones personales y políticas.
A veces se toma todo con calma, pero otras esos comentarios le arruinan el día. Y se pregunta: «¿Por qué me pasa esto a mí?».
«Una lee estas cosas en las noticias», comentó. «Pero no parece real cuando te sucede a ti».
Los comentarios están cerrados.