Un importante medio mendocino destaca a un coleccionista olavarriense
Se trata de Sergio Vazzano quien fue entrevistado por el popular portal MDZ, quien en una extensa entrevista contó su historia y mostró sus importantes objetos antiguos de colección.
Sergio es coleccionista desde hace 45 años. A los 52 inauguró su museo, donde gente «se ha largado a llorar» viendo la foto antigua de algún familiar. Se pueden ver más de 5 mil objetos sin código de barra (inventado en los 70) en la localidad de Olavarría. Lo más raro: un carruaje fúnebre de 1900.
Sergio Vazzano tiene 58 años recién cumplidos y 45 de “juntador de cosas”, como él mismo dice. Todo comenzó cuando era chico y trabajaba con un martillero que hacía remates todos los sábados. Sergio era parte del grupo que armaba los lotes y organizaba el remate. “Me gustó un vasito antiguo. Ahí empecé a coleccionar. Empecé a juntar lo que no juntaba nadie”, cuenta, haciendo referencia a esa época.
Con el tiempo fue llenando su casa de objetos antiguos. “Mis hijas nacieron entre las cosas usadas y antiguas. A veces ellas veían algo que yo no y me obligaban a comprarlo. Guardábamos en el altillo, en el garaje, en la churrasquera, en el depósito, en cualquier lugarcito”, dice Sergio. Sin embargo, aclara: “No soy un comprador compulsivo, tengo el segundo de pensar lo que voy a comprar, si realmente lo voy a disfrutar”.
Así fue tomando fuerza la idea de hacer un museo cuando cumpliera 50 años. Mucha gente lo tildaba de loco por querer hacer algo que no reditúa. A pesar de todo, Sergio logró su sueño: a los 50 comenzó a armarlo y a los 52 pudo inaugurar el Museo Vazzano, abierto al público y con entrada gratuita. Su motivación es clara: “Quiero que la gente pueda ver todo lo que colecciono, saber el origen, de dónde lo traje, fechas estimativas, a quién pertenecía”.
Este hombre es martillero desde hace 35 años y actual presidente del Centro de Martilleros de Olavarría. Se dedicó a hacer remates en casas, campos, industrias, comercios. Así ha ido comprando muchos de los artículos que tiene en el museo. “De cada artículo trato de tener algo relacionado al rubro y, a su vez, trato de saber qué tengo. Uno de los reglamentos del museo es que todo tiene más de 45 o 50 años. Ningún artículo de los 5 mil tiene código de barras, que se inventó en la década del 70”, dice Sergio respecto de lo que hay en su museo.
La pieza más vieja del museo es de 1896: una silla de una estación de un ferrocarril. Y las piezas, tal vez, más raras son un carruaje fúnebre original de 1900, de una cochería local, y el confesionario original de esa misma cochería, que se usaba cuando se hacían los velatorios en las casas. “Tengo cosas muy valiosas, como juguetes de gente que hoy tiene 80 años y me los regaló para que los pusiera en mi museo, confiando en que lo iba a hacer, hace 30 años. Hoy van al museo y ven los juguetes de cuando eran chicos. Esa es una de las satisfacciones”, cuenta Sergio. Pero además hay quienes se encontraron con cosas de sus familiares que residían en otra ciudad: “Hay gente que se ha largado a llorar en el museo, que ha encontrado la foto de algún familiar en algún equipo de fútbol de Olavarría de hace 50 años, un padrón electoral, juguetes de su infancia, instrumentos musicales”, agrega.
No solo lo que hay en el interior es antiguo, sino que el frente, que perteneció a la clínica Modelo, fundada en el 42, “hicimos una réplica igual”, dice Vazzano. Los balcones, por su parte, eran del Cine París, tradicional de Olavarría: “Gardel estuvo apoyando ahí cuando vino a cantar en 1933”, cuenta emocionado este “juntacosas, más que museólogo”, como él dice. Y los escalones de la entrada se hicieron con el mármol de una de las primeras farmacias de Olavarría (Santa Teresita), de una mesa donde elaboraban los medicamentos.
Quien lo visite notará que es un museo bastante completo, aunque Sergio reconoce que le faltan cosas de aviación, “que no son fáciles de conseguir”, y de navegación. “Junto cosas de Olavarría y de la zona. Si consigo algo muy propio de otro lugar, trato de devolverlo y que lo aproveche alguien de ahí”, aclara Vazzano.
“Lo importante de cuando la gente te visita es que recuerda su infancia”, dice Sergio con emoción. Así lo testimonia el libro de visitas, donde muchas personas de distintas partes del país y del mundo, conmovidas por la historia que recorre el museo, escriben agradecidas por los recuerdos que se les despiertan. “Hace dos años me regalaron un vestido de casamiento de 75 años de casados. Los abuelos tenían 92 y 93 y querían que el vestido se exhiba. La gente me dona cosas porque sabe que si no, se van a perder”, afirma Sergio.
Vazzano le hace honor a la letra de un tema de Raly Barrionuevo: “Soy esta tierra, soy esta gente, soy mi memoria y soy esta historia”. El vasito que dice Confitería El africano fue el puntapié para que Sergio pudiera desplegar su hobbie y también su generosidad, esa que lo lleva a compartir el camino recorrido con niños y niñas de las escuelas que hacen visitas guiadas al museo; así como con personas más grandes cuya historia vuelven a pasar por el corazón gracias a un “simple” objeto.
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