Un pichón de cóndor nacido en La Máxima inicia el proceso para ser liberado en las Sierras de Pailemán
En la madrugada de este miércoles partirá hacia el Ecoparque de Buenos Aires donde estará cinco meses antes de ser liberado.
En la mañana de este martes se inició el operativo de traslado de un pichón de cóndor andino, nacido en el Bioparque Municipal “La Máxima”, con destino al Ecoparque de Buenos Aires, en el marco del Proyecto de Conservación del Cóndor Andino, del cual forma parte Olavarría.
Kuraq, que significa hermano mayor, nació en el mes de febrero del año 2023, es hijo de la pareja reproductora Rawson y Curá. Como hecho inédito, al mismo tiempo se produjo recientemente la postura de un huevo, que no se producía desde fines del año 2022.
El pichón será traslado en la madrugada del miércoles y contará con el acompañamiento del personal de La Máxima y de una médica veterinaria, para realizar un seguimiento durante el viaje.
Kuraq permanecerá durante cinco meses aproximadamente en el Ecoparque, en un período de preadaptación, para luego participar de la liberación en las Sierras de Pailemán, en Río Negro, junto a otro ejemplar, en el marco de la iniciativa que promueve “El retorno del cóndor al mar”.
“El pichón que tenemos actualmente que es un ejemplar joven, más allá de que no parece por las dimensiones que tiene, nació el primero de febrero del año 2023 y el huevo fue puesto relativamente hace poco, a mediados de agosto”, indicó Bruno Vitale, director del Bioparque Municipal “La Máxima”. Al mismo tiempo, explicó que “la incubación del huevo es de 60 días aproximadamente, así que generalmente lo que se hacía era esperar que el cóndor pusiera un huevo y luego era trasladado, después la segunda puesta era a los 2 meses, como ahora tenemos el pichón, junto con el huevo que se produjo recientemente la postura, desde el Ecoparque decidieron que nosotros nos quedáramos con el huevo y trasladar el pichón”.
“Las parejas reproductoras son monógamos, se eligen de por vida, es difícil la reproducción pero a veces congenian tanto el macho como la hembra, y tenemos buenos resultados”, como es el caso de Olavarría, que realiza un importante aporte al Proyecto de Conservación del Cóndor Andino (PCCA).
Rawson y Curá son parte del proyecto de conservación desarrollado por la Fundación Bioandina, que tiene por finalidad la protección y el cuidado de estos majestuosos animales.
El Bioparque Municipal “La Máxima”, junto al Ecoparque de Buenos Aires, forma parte del Programa de Conservación del Cóndor Andino, junto a otras instituciones nacionales e internacionales.
En el marco del PCCA se trabaja desde hace más de 30 años para que el cóndor vuelva a poblar la costa atlántica de Patagonia. Por más de un siglo estuvo extinto y con un enorme esfuerzo se logró que volviera a su antigua área de distribución.
Este hecho suscitado en Olavarría, se convierte en un rayo de esperanza para la población de cóndores andinos y un testimonio del éxito continuo de nuestros esfuerzos de conservación.
A diario en el Bioparque se realiza un importante trabajo que tiene que ver con la alimentación, cuidados y limpieza de los beberos y de la condorera, donde habitan los cóndores. Además el personal veterinario realiza todo un seguimiento y una bióloga estudia el comportamiento de la especie en épocas reproductivas.
“Hay un mito que teníamos que era cuando florecían los aromos aparentemente era como una señal de que se venía en la época reproductiva del cóndor y cuando florecieron acá en el Bioparque se produjo la postura”, que según indicó Bruno Vitale se realiza en los meses de febrero y agosto.
“Fundación Bioandina trabaja con el Ecoparque, Temaikén y el Bioparque La Máxima también con los pueblos originarios, en las Sierras de Pailemán, donde son liberados para que el cóndor retorne al mar, para puedan volver a su lugar de origen, la liberación tiene un doble significado además de místico también turístico”, teniendo en cuenta que este tipo de liberaciones se convierte en un gran atractivo para el turismo internacional, junto con delegaciones de distintos puntos del país y escuelas de la región, que participan de la ceremonia ancestral.
“Anualmente se liberan generalmente dos ejemplares, pero pueden llegar a liberarse hasta 13, que obviamente están geolocalizados, después se le hace un seguimiento satelital con un anillo para ver los circuitos y las zonas donde se alojan para evitar la intoxicación”.
“La especie se encuentra amenazada de hecho en un momento se encontraba extinta en estado silvestre por eso el programa tiene también su significancia, es un una especie que habita a lo largo del continente americano, lo que pasa que fue reduciéndose en las regiones donde habitaba de manera silvestre y lo que intenta el programa -que es mucho más ambicioso de lo que uno piensa en realidad- es el retorno del cóndor al mar, tratar de habitar no solamente la región de la cordillera sino el Mar Argentino y toda la Patagonia”, concluyó.
Los cóndores andinos, cuyo nombre científico es Vultur gryphus, son aves impresionantes que desempeñan un papel crucial en el ecosistema. Son conocidos por ser las aves voladoras más grandes del mundo, con una envergadura que puede superar los tres metros. Además, estos majestuosos animales son monógamos, formando parejas que suelen permanecer juntas de por vida.
Su importancia ecológica es innegable: como carroñeros, los cóndores andinos ayudan a limpiar el medio ambiente de restos de animales muertos, lo que previene la propagación de enfermedades y contribuye al equilibrio del ecosistema. Sin embargo, a pesar de su importancia, tienen una baja tasa de natalidad, lo que hace que cada cría nacida sea un acontecimiento significativo para la conservación de la especie, como sucede cada vez que sucede en el Bioparque Municipal “La Máxima”.