Nacimiento de María


Para celebrar el nacimiento de María cantamos con el padre Osvaldo Catena: “Toda de Dios sos María, Toda nuestra y del Señor, Toda Santa Inmaculada, pura y limpia Concepción”. “Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer” (Gal.4, 4-5). Dios se esmera en elegir a su Hija, Esposa y Madre. Y la Virgen Santa, la muy alta Señora, la criatura más amada por Dios, concebida sin pecado original, vino a nuestra tierra. Nació en medio de un profundo silencio. Dicen que, en otoño, cuando los campos duermen y los ángeles del cielo hicieron fiesta.

Un escrito apócrifo del S.II conocido como Protoevangelio de Santiago, nos trasmitió los nombres de sus padres, Joaquín y Ana. Joaquín era de la casa de David, rey y profeta que permaneció sin hijos hasta la vejez porque su esposa Ana era estéril. Ella como todas las mujeres aspiraba dar a luz. Joaquín y Ana eran dignos de honor y veneración y la falta de hijos les causaba un gran dolor. Deseaban el nacimiento de un descendiente que borrara la vergüenza ante sus ojos y el mundo entero. “Entonces la bienaventurada Ana, como aquella otra Ana, madre de Samuel, (Cfr.1Sam. 1,11) fue al templo y suplicó al Creador del universo que le concediera un fruto de sus entrañas. Tampoco el bienaventurado Joaquín estaba inactivo, sino que pedía a Dios que lo librase de la falta de hijos”. El Rey, Autor de todos los dones, escuchó la oración y envió anuncio a los dos conyugues. Joaquín rezaba y escuchó una voz del cielo que decía: “Tendrás una hija que será gloria, no solo para ti sino para el mundo entero”. Ana, no cesaba de rezar, cuando el Ángel de Dios le dijo: “Dios ha escuchado tu oración; darás a luz a la iniciadora del gozo y la llamarás María “iluminadora”. Quedaron colmados de alegría y la angustia de Ana se trocó en una gloria más sublime.

Hasta que nació María, la tierra estuvo a oscuras. Con su nacimiento surgió en el mundo la “aurora de la Salvación”. Por tu nacimiento, Virgen Madre de Dios, anunciaste la alegría a todo el mundo: de Ti nació el Sol de justicia, Cristo, Dios nuestro” (Oficio de Laudes).

El papa Pío XII en el Año Mariano de 1953 decía: “Mirad a María, hermosa como la luna. ¡Qué hermosa debe ser la Virgen! “en el rostro de su propia Madre, Dios ha escogido todos los resplandores de su arte divino ¡La mirada de María! ¡La sonrisa de María! ¡La majestad de María, Reina del Cielo y de la tierra! Como brilla la luna en el cielo oscuro, así la hermosura de María se distingue de todas las hermosuras. También Ella es la Virgen que concebirá y dará a luz un Hijo cuyo nombre será Emmanuel (Cfr. 7,14; Mt 1, 22-23).

Juan Morales Montero, un cantautor ecuatoriano describe en su canción a María: “Ay Bendito el Señor que, en la tierra, pura y limpia te pudo formar—Como forma el diamante la sierra—como cuaja las perlas del mar y al mirarte entre el ser y la nada—modelando tu cuerpo exclamó: Desde el vientre será Inmaculada, si del suyo nacer debo yo”. Con inmensa gratitud, a través de los siglos unánimemente decimos: ¡Feliz cumpleaños María, bendita entre todas las mujeres de la tierra!

(*) María Teresa Pasos, consagrada a la Virgen, Tandil.

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