Libros | El pase del año

 

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Roberto Bolaño nació en Chile en 1953 y murió en Barcelona en 2003 mientras esperaba un trasplante de hígado que nunca llegaría. La mayor parte de sus cortos cincuenta años de vida se la pasó escribiendo poemas que nunca nadie publicaba, escapando a la policía de Pinochet, vagando por Ciudad de México en el exilio y vendiendo baratijas en pequeñas caletas de pescadores en la costa mediterránea.

Cuando nacieron sus hijos consideró que debía ganarse la vida de alguna manera y comenzó a escribir novelas. Al principio le fue mal también en eso. Después de varios intentos logró publicar algunos cuentos y relatos sin demasiado éxito hasta que, en 1996, su novela “La literatura nazi en América” atrajo la atención de algunos críticos. Un año más tarde publicó “Los detectives salvajes”, con la que ganó los premios Herralde y Rómulo Gallegos y se instaló en las listas de best sellers de todo el mundo. Bolaño estaba a un paso de convertirse en el nuevo boom literario de Latinoamérica.

Un año después de su muerte se publicó “2666”, novela que Bolaño había dejado terminada y que le valió la consagración definitiva. Heredaron sus derechos de autor su esposa, Carolina López y sus hijos, Lautaro y Alexandra. Cuando hurgaron en el disco rígido de su computadora, encontraron al menos unos diez proyectos de novelas, algunas finalizadas y otras en condición de esbozo o borrador preliminar. Si a estos textos se le suman los 84 cuadernos que el autor dejó con textos escritos de puño y letra, se llega a la cifra de aproximadamente 14.000 páginas de un Bolaño inédito.

Algunas de estas novelas fueron publicándose con una cadencia establecida rigurosamente a partir de evidentes intereses editoriales. Así, en 2010 se publicó “El tercer Reich”, en 2011 “Los sinsabores del verdadero policía”, en 2017 “El espíritu de la ciencia ficción” y este año “Sepulcro de vaqueros”.

Las primeras publicaciones póstumas estuvieron a cargo de Jorge Herralde (propietario de la editorial Anagrama) y bajo la supervisión del crítico y ensayista español, y amigo personal de Bolaño, Ignacio Echevarría.

En 2015 la viuda de Bolaño encontró algunas irregularidades en los contratos que Herralde le hacía firmar y ella, con cierta imprudencia, firmaba sin verificar. Fue entonces cuando ocupó los servicios de un agente literario y le declaró la guerra a Anagrama. A partir de 2016, todos los textos hallados en el disco rígido que dejó Bolaño, más los derechos de todas las publicaciones anteriores, quedaron en manos de Alfaguara.

Más allá de la telenovela sobre los derechos de autor y la puja entre las editoriales por quedarse con el millonario negocio, cabe preguntarse hasta qué punto es lícito publicar textos que el autor había desechado.

“El espíritu de la ciencia ficción”, publicada en 2017, es claramente un ensayo o primera aproximación a lo que tiempo después el autor plasmaría en “Los detectives salvajes”. El valor y el encanto de esta última sólo se encuentran esbozados o apenas visibles en la primera. Más que para los lectores comunes, estos textos recuperados son de interés para estudiosos o críticos que pretendan indagar en los mecanismos de la creación literaria o para estudiantes de literatura preocupados por los intrincados caminos que deben recorrerse en la construcción de una propuesta narrativa. El autor había decidido no publicarlos justamente por considerarlos intentos preliminares, ensayos, prácticas para soltar la mano y encontrar un tono, una voz o un estilo.

En la ciudad de México dos jóvenes chilenos durante los años 70 recorren talleres literarios mientras atraviesan las primeras experiencias amorosas. Una constante en la obra de Bolaño, muy evidente en “El espíritu de la ciencia ficción” es el intento por encontrar un sentido en las historias de los jóvenes chilenos que debieron abandonar su país tras el golpe de Pinochet. Jóvenes entre los que se encuentra el autor y a los que podrían agregarse otros jóvenes, años más, años menos, de muchos otros países latinoamericanos que transitaron por historias similares.

“Sepulcros de vaqueros”, novela recientemente publicada, no es más que la recopilación de borradores en cierto modo inconexos. Inicia con “Patria” un relato en el que un Arturo Belano aún adolescente (futuro personaje, a esta altura ya casi mítico, de “Los detectives Salvajes”), escapa hacia el sur de Chile durante las primeras horas posteriores al golpe de estado del 73.

Quienes prologaron estas últimas novelas dejaron entrever que el “baúl de Bolaño” aún tiene material para rato y que por lo tanto es de esperar que sigan saliendo nuevas publicaciones año tras año. ¿De qué manera incidirán estos textos inéditos en el conjunto de toda la obra de Bolaño?, no lo sabemos. Lo que sí podemos asegurar es que, a medida que vayan saliendo, e independientemente de la editorial que los publique, nos resultará imposible no leerlos.

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